EDITORIAL
Un nuevo aporte a la ingobernabilidad
La ingenuidad y la inexperiencia le han jugado demasiadas malas pasadas a los gobernantes y al partido de Gobierno. Cada quien por su lado ha dado distintas e inequívocas muestras de candidez y de que la política no es algo para improvisar de la noche a la mañana, pero también de que el poder no se puede ejercer de manera unilateral.
Los últimos en dar una muestra de ese bochorno son los diputados oficialistas, al no poder maniobrar en el hemiciclo durante la aprobación del Presupuesto de Gastos de la Nación para el 2017 y apenas lograron aumentar en Q300 millones algunos rubros esenciales en un par de ministerios.
Mientras tanto, ya había prevalecido una rebaja mayor de dos mil millones de quetzales, dictaminada por la poderosa Comisión de Finanzas del Congreso, dominada por diputados de la Unidad Nacional de la Esperanza, y ese criterio logró prevalecer durante la maratónica sesión del martes, donde los márgenes de maniobra fueron escasos y no se produjeron mayores sorpresas.
Al final, no todos quedaron satisfechos y para quienes conforman el variopinto grupo de las tránsfugas, esperanzados en que podría haber enmiendas de última hora y lograr nuevos y jugosos beneficios, todo terminó en un fiasco y marcó la mencionada mayor ingobernabilidad en el Parlamento.
Muchos quedaron frustrados con la forma en la que se aprobó este nuevo plan de gastos, y a partir de enero el partido oficial tendrá que hacer mayúsculos esfuerzos para evitar que quienes hoy se sienten perdedores les cobren la factura.
La novatez, como le ha sucedido al presidente, ha cobrado de nuevo una elevada factura al oficialismo, que podría iniciar el año con una fuerte oposición, la cual por infortunio no se mueve por temas de fondo, sino simplemente accionará con mayor encono ante el recorte de muchas de sus iniciativas en el nuevo plan de gastos.
Esa oposición podría repercutir incluso en los alrededores del callejón Manchén, el cual ha sido testigo de prolongadas jornadas en las que ha participado el presidente Jimmy Morales, quien ahora también recibe una nueva cuota del descrédito que ha marcado la jornada legislativa. Primero había sido la aprobación de las reformas constitucionales, que hicieron quedar bastante mal al gobernante, porque había ofrecido públicamente su compromiso a favor de su avance en el Congreso.
No ocurrió así y ahora esa discusión se ha trasladado para el próximo año, pero es la figura del mandatario la que queda mal parada, por recibir otro mentís de los diputados oficialistas, quienes simplemente manejan otra agenda y parecen acudir a él únicamente cuando consideran que puede ayudarlos a convencer a bloques de legisladores de oposición al gobierno.
Es muy probable que para lograr la aprobación del nuevo presupuesto también haya habido ofrecimientos, pero como ni siquiera se pudo defender la propuesta original enviada por el Ejecutivo, de seguro este será otro motivo de inconformidad que acrecentará el desgaste del Gobierno y elevará el nivel de ingobernabilidad entre diputados.