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“La segunda vía del victimismo, entendido como la tendencia a considerarse víctima o a hacerse pasar por tal, es la de aquella persona que piensa realmente que sus emociones vienen determinadas por las circunstancias de la vida, por los demás”, según Conde.
La psicóloga explica que estas personas “no creen tener control sobre sí mismas ni lo que sucede a su alrededor, por lo que se sienten en cierta manera indefensas, esperando que las cosas mejoren sin tomar las riendas de su propia vida”.
Consultada sobre qué beneficios o ventajas psicológicas puede obtener una persona que se hace la víctima, Conde responde al asumir ese rol “no se responsabilizan de sus estados emocionales, con el consiguiente esfuerzo interno que ello supone, y nunca asumen que la solución de lo que les pase está en sus manos, o al menos su gestión emocional”.
Causas de esta actitud
Mediante el victimismo esas personas “evitan tomar decisiones, esperando a que otros resuelvan sus problemas; reciben más atención de quienes tienen en su entorno en forma de preocupación; consiguen aquello que esperan sin poner esfuerzo de su parte, y se sienten cuidadas y apoyadas”.
“En algunos casos, hacerse la víctima es una estrategia de manipulación, cuando se utiliza dicho rol para conseguir lo que uno quiere, aun siendo la persona consciente de que lo adecuado sería gestionarlo por sí misma”, matiza la experta.
Conde confirma que existen algunos rasgos o indicios de una persona que se hace la víctima, que pueden ayudarnos a detectarla, y que uno de los más característicos consiste en utilizar las emociones negativas para expresar sus peticiones o pedir ayuda a los demás.
Esta psicóloga señala que “a través del miedo, la ansiedad o la tristeza, el victimista genera pena o lástima en la persona que lo escucha”, quien acaba realizando acciones acordes con los deseos o supuestas necesidades de esa persona.
Quienes recurren al victimismo, suelen mostrar en su discurso frases del tipo: “mira todo lo que tengo encima…”; “¿Por qué a mí?”; “No es justo…” y, cuando tienen que responsabilizarse de algo, recurren a sus estados emocionales y a sus circunstancias para no hacerlo.
La psicóloga describe cuatros de las frases, actitudes, reacciones y conductas típicas de quienes se hacen las víctimas y explica cómo afrontar la situación de manera positiva, evitando que esa persona nos manipule y ayudándola psicológicamente.
Tipos de expresiones que mueven los hijos ajenos
- Frase victimista: “Tengo que ir a hacer un recado, pero me encuentro muy triste porque ayer mi jefe me echó una bronca”.
- Cómo afrontarla: Conde aconseja “validar la emoción, pero reforzando que la persona se responsabilice de sus tareas, diciéndole: “es normal que estés triste por lo de ayer, pero lo adecuado para ti es que sigas cumpliendo tus responsabilidades. Eso, además, te ayudará a no dejarte llevar por lo de ayer”.
Cuando la mejor ayuda consiste en no ayudar
- Actitud victimista: Esperar a que le ayuden.
- Cómo afrontarla: “Cuando una persona pide ayuda a través de la manipulación o cree que no puedo hacer algo que, en realidad, podría hacer, es preferible no ofrecerle ayuda, reforzando la actitud de que consiga lo que se propone por sí misma y piense en cómo se sentirá cuando lo haga”, según la psicóloga.
La trampa de las expectativas insatisfechas
- Reacción victimista: La persona se enfada porque esperaba que le hubiésemos ayudado o estado más pendientes de ella.
- Cómo afrontarla: Conde aconseja respetar el enfado de la persona y decirle que, cuando quiera hablar sobre cómo se siente, lo haremos, aunque sin insistir en exceso. “Una vez abierto ese canal de comunicación, hay que dejar que la persona dé el primer paso y, cuando quiera hablar, expresarle desde nuestro punto de vista lo que pensamos, escuchándola y apostando por generar una relación de igual a igual, en vez de una de cuidador y cuidado”, señala la psicóloga.
Supuesto agobio
- Conducta victimista: Al recibir una nueva tarea de trabajo, la persona afirma que está muy agobiada, que no puede más, y nos pide que, por favor, hagamos ese trabajo, siendo consciente de que el reparto de tareas y funciones laborales es equitativo y de que utiliza esa estrategia para no hacerse cargo de más labores profesionales.
- Cómo afrontarla: Conde aconseja utilizar la asertividad, señalando por ejemplo: “Sé que estás agobiada por esa tarea, pero como sabes, ambas llevamos igual carga laboral. Vamos a ver lo que tenemos cada una y veremos cómo ajustarlo para que nos impacte a las dos de la misma manera”.
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