Fue fundada en 1899 y producía y comercializaba frutas tropicales (principalmente banano) cultivados en América Latina, y se convirtió en una fuerza política y económica determinante en muchos países de dicha región durante el siglo XX.
Buscó expandirse hacia América Latina porque era un territorio débil políticamente pero con condiciones climáticas envidiables.
Influyó decisivamente sobre gobiernos y partidos para mantener sus operaciones con el mayor margen posible de ganancias, al extremo de auspiciar golpes de estado y sobornar políticos.
Esta empresa es conocida por una disputa en el territorio de Colombia llamada la Masacre de las Bananeras en 1928.
Tras su quiebra en la década de 1970, se reorganizó como “Chiquita Brands International”.
Mal augurio
En Guatemala, las operaciones agrícolas y políticas empezaron con el gobierno de Manuel Estrada Cabrera, quien negoció la concesión de extensas zonas costeras del Atlántico a la frutera.
A cambio, supuestamente el país recibiría una extensa línea ferroviaria para transporte de pasajeros, pero no fue así.
El tren, uno de los transportes menos rentables en la primera mitad del siglo XX, se convirtió en Centroamérica el medio ideal para llevar grandes cantidades de banano y frutas tropicales a los puertos.
Así, la UFCO se convirtió en el principal empleador de la región, pero con salarios muy bajos y condiciones de trabajo deplorables.
Sin derechos
Hacia 1951, y con la llegada al poder de Jacobo Árbenz, la frutera vio mermados sus intereses, que de por sí ya eran extensos. Uno de los puntos más críticos de la relación entre Árbenz y la trasnacional fue el trato hacia los trabajadores, quienes prácticamente se encontraban desprotegidos.
Para garantizar su permanencia, la firma patrocinó programas de conservación y arqueología, palpables en Quiriguá, Izabal, pero con estas acciones, supuestamente en bien de la cultura de la región, solo consolidó más terreno selvático alrededor de las plantaciones de plátano y banano.
El 13 de noviembre de 1951, y luego de varios intentos fallidos, la United Fruit Company declinó seguir en el país, ante las condiciones de expropiación propuestas por Árbenz.
Sin embargo, tres años después, y con la caída de Árbenz, la frutera vuelve a extender su poder en el país. Un dato interesante es que la frutera actuaba bajo esa razón social en el área, pero en realidad dominaba también el mercado de las comunicaciones marítimas y el correo.
Así, América Latina, incluido todo el Caribe, era controlada por la extensa red de barcos, economistas y hasta espías estadounidenses.
Aquel 13 de noviembre
En la edición del 13 de noviembre de 1951, Prensa Libre publicó una carta en la cual los representantes de la United Fruit Company en el país dijeron en nombre de la trasnacional que no aceptaban las condiciones para seguir operando en el país.
Un extracto de dicha nota indicaba: “Los señores W. E. Turnbull, vicepresidente y gerente general
de las divisiones bananeras tropicales, y W. L. Taillon, gerente general de la división de Guatemala de la United Fruit Company, proporcionaron esta mañana a la prensa copia de la carta que con fecha de ayer dirigieran al ministro de economía y trabajo, de la cual se desprende que la mencionada empresa no acepta las condiciones fijadas por el gobierno de Guatemala para negociar el contrato frutero; y, por otra parte, que la compañía no rehabilitará sus plantaciones bananeras de Tiquisate”.
Dicha carta fue decisiva para que Estados Unidos diera la espalda a Árbenz y su política de nacionalización de tierras ociosas. A todas luces, la reforma agraria fue un golpe a las operaciones de la bananera.
El resto de la historia es cosa juzgada, debido a que, dos años y medio después –a mediados de 1954- la caída de Árbenz era casi un hecho.
https://www.youtube.com/watch?v=zw49HGTrde8
Masacre de las bananeras en Colombia en 1928. (Video: tomado de Youtube)