SIN FRONTERAS
Debatamos el e-Voto
Los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) tienen una brasa caliente, al ser responsables de llevar la elección presidencial de 2019 a los ciudadanos en el exterior. Tomando en cuenta que tres millones de guatemaltecos podrían residir en Norteamérica, este es un cambio trascendental a nuestra treintañera democracia. En este nuevo campo, es primordial garantizar la legitimidad electoral, que se basa en el principio de igualdad y que demanda que los resultados sean reflejo equitativo de la voluntad universal.
Menciono lo anterior, pues desde su publicación en el diario oficial por el TSE me ha inquietado el Reglamento de Voto en el Extranjero, ya que incorpora el llamado “voto electrónico a distancia”, también conocido como e-Voto, el cual temo que compromete la legitimidad del resultado y vulnera el principio de igualdad. Para votar bajo esta modalidad, los ciudadanos en el extranjero supuestamente accederían desde una computadora a un sofisticado programa en internet, sin presencia de la autoridad electoral.
El problema es que para utilizar tecnología de punta se requiere que el usuario tenga una adecuada base educativa. Es decir, poseer el computador, ingresar al portal y saberlo interactuar, cosa que sería imposible para un buen porcentaje de nuestra población migrante, que es reflejo del país con la mayor tasa de analfabetismo en América continental; un país cuyo último informe sobre desarrollo humano nos dio datos para estimar que cuatro de cada 10 mujeres indígenas, no saben siquiera leer ni escribir, no digamos utilizar tecnología de primer mundo.
Comprendemos que vivimos en la era tecnológica, pero ni siquiera las grandes potencias se han atrevido a incorporar el e-Voto. De lo que pude investigar, el único país que lo ha logrado exitosamente es Estonia, que se encuentra en el pináculo educativo del mundo. Otros que lo han intentado son nada menos que Noruega, Francia y Suiza, todos con una tasa de alfabetismo arriba del 99%, que sirve de base para su amplia cultura cívica y democrática.
Si bien el Reglamento dejó abierta la posibilidad de definir si el voto en el extranjero será por internet o presencial —como es en Guatemala—, los magistrados ya han declarado inclinación por esta opción en medios, y para ello pretenden una ampliación presupuestaria de Q125 millones para 2017, para contratar a los proveedores de una tecnología tan sofisticada, que dudamos que se adecue a nuestra población.
El principio del sufragio universal contenido en nuestra Constitución reconoce que al presidente lo elegimos todos, una conquista de la humanidad tras luchas centenarias contra la discriminación hacia las mujeres, los no blancos, los no libres y precisamente, los analfabetos. Y cuando en los distintos países la ley fue reconociendo el voto universal, los poderes retrógrados tristemente idearon requisitos que en la práctica impedían el voto al analfabeto, requisitos semejantes al que ahora contempla el TSE. El efecto final de estos métodos es la distorsión de la voluntad popular, ya que silencia —nuevamente— al menos educado, que regularmente es el más pobre.
Los ciudadanos tenemos, por mandato constitucional, el deber de velar por la pureza del proceso electoral. La votación presidencial en el extranjero debe ser una oportunidad para crecer en democracia, no para comprometerla. La mitad de los migrantes provienen de departamentos como Quiché, donde según el informe citado, solo el 53% de las mujeres puede alcanzar a leer y escribir. Después de esto pregunto: ¿es constitucional el e-Voto para nuestra población, al poner obstáculos al ejercicio ciudadano? Comprendo que esta modalidad es más barata, pero ¿acaso no inclinaría la balanza a favor de los más educados? Ojo, TSE.
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