FAMILIAS EN PAZ
El camino del perdón
En las relaciones humanas es posible que surjan disensiones capaces de deteriorarlas o romperlas. Cada individuo tiene una personalidad, un carácter y perspectiva de la vida, por lo cual pueden surgir diferencias. Sin embargo, una relación saludable no requiere que siempre estén de acuerdo, sino que tengan la madurez de superarlas.
Todos los seres humanos podemos ofender o ser ofendidos, fallamos, cometemos errores, tenemos la capacidad de causar daño con o sin intención alguna. El daño puede ser de tal magnitud que motive al agraviado a cerrar toda posibilidad de restaurar la relación por medio del perdón.
¿Por qué necesito perdonar y ser perdonado? Es determinante para la salud física, emocional y espiritual; la falta de perdón produce resentimientos, amargura y tristeza. Está comprobado que las enfermedades psicosomáticas generalmente son producto de la falta de perdón.
Una reacción natural ante la ofensa es alejarse, aislándose de quien le ofendió, pero finalmente descubrimos que aun cuando nos alejemos o dejemos pasar el tiempo no hay sosiego en nuestro corazón. Al elegir perdonar se sanan las heridas emocionales, brindándonos la posibilidad de vivir en paz.
El perdón libera al corazón de resentimientos, aun cuando la relación no pueda ser restaurada por completo. Hay relaciones tan dañinas que es mejor alejarse, pero sin olvidar perdonar, para no estar atado a temores y amarguras.
Perdonar es una decisión, se trata de un acto voluntario que cada uno debe tomar. Se requiere de humildad y valentía, tanto para quien lo pide como para quien lo da. Y no es condicional, algunos esperan ver cambios evidentes en la otra persona para decidir perdonar; hemos de otorgarlo aun cuando el ofensor no tenga la intención de pedirlo.
Esto es difícil, no es un camino fácil de seguir. ¿Qué mérito tendríamos si solo amamos a quienes nos aman? El principio divino es amar a nuestros enemigos y solo se logra cuando se tiene en el corazón un amor que sobrepasa toda lógica humana. Esta clase de amor es una cualidad divina implantada en aquellos que han experimentado el perdón de Dios.
La vida es fugaz. He visto personas llorar en los cementerios, anhelando una sola oportunidad para volver a hablar con aquellos a quienes no pudieron perdonar o pedir perdón. Por ello, debemos considerar cada momento de la vida como una oportunidad para sanar el corazón y restaurar las relaciones. Nuestra meta en la vida no es tener relaciones perfectas, sino que en medio de las tensiones o diferencias que puedan surgir tengamos la capacidad de amar, eligiendo perdonar.
Matrimonios y familias se han desintegrado por falta de perdón. Pero mientras haya vida, hay esperanza. Así que si tienes conflictos con tus padres, con tu cónyuge, un amigo, con tus jefes, alguien cercano, elige perdonar. Si el que cometió la ofensa fuiste tú, debes tener la humildad para reconocer que fallaste y el coraje de levantarte, buscar a los que has ofendido y pedir perdón. Recuerda que “nunca el odio será más fuerte que el amor. El odio destruye, el amor edifica”.
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