Aún podrían pasar meses antes de que un texto definitivo llegue al escritorio de Obama para promulgarlo como ley, pero es lo más cerca que han estado los millones de inmigrantes ilegales de obtener sus papeles.
Los senadores demócratas demostraron un apoyo unánime al proyecto que, aseguran, arreglará el roto sistema inmigratorio actual, mientras que los republicanos se mantuvieron divididos.
El presidente de la cámara baja, el republicano por Ohio John Boehner reiteró el jueves que “la cámara no someterá a voto cualquier cosa que apruebe el Senado”.
“Para que cualquier legislación sea aprobada en la cámara, incluyendo la versión para conciliar con el Senado, tendrá que ser un proyecto de ley que cuente con el apoyo de la mayoría de nuestros miembros”, dijo en conferencia de prensa. “La reforma migratoria tiene que basarse en una seguridad fronteriza real. Eso es lo que piensa el pueblo estadounidense, y es un principio en el que también cree nuestra mayoría”.
“Este proyecto reduce el déficit, promueve la prosperidad y crea trabajos”, defendió el senador cubanoestadounidense Robert Menéndez.
Pero el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnel, aseguró que el texto “en su forma actual no se convertirá en ley.
El proyecto de ley 744, que supone la reforma más importante del sistema de inmigración en un cuarto de siglo en Estados Unidos, es una obra maestra de la negociación, tras semanas de deliberaciones en la Comisión de Asuntos Judiciales y el pleno del Senado desde que fue presentado a inicios del año por un grupo bipartidista de ocho senadores.
La idea es aumentar el número de visas de trabajo, entregar papeles a 11 millones de inmigrantes ilegales, en su mayoría latinos, y permitirles solicitar la ciudadanía tras un periodo transitorio de al menos 13 años.
En compensación, los aliados demócratas del presidente en el Senado aceptaron una excepcional propuesta de los republicanos de fortificar la frontera con México para evitar millones de nuevos ilegales en el futuro.
El texto ordena duplicar el número de agentes en la frontera sur y presupuesta miles de millones de dólares para completar y reforzar el vallado fronterizo (que ya tiene unos mil100 kilómetros) al desplegar decenas de torres de vigilancia, drones y sensores.
Las medidas de seguridad también incluyen más controles sobre los empresarios y sobre la entrada y salida de personas con visa, condiciones ineludibles para la legalización de indocumentados.
La reforma cuenta con el apoyo de algunos republicanos, pero en la Cámara de Representantes los líderes más conservadores tienen previsto consolidar tadavía más la seguridad fronteriza y restringir el camino a la regularización de personas ilegales.
“Mientras el debate en el Senado termina, está empezando un debate nacional”, señaló el republicano John Cornyn, un adversario de la reforma.
El líder republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner, anticipó los próximos debates al advertir que una reforma migratoria tiene que basarse en seguridad fronteriza “real”.
“Nosotros haremos nuestro propio proyecto, a través de los mecanismos regulares, y será una legislación que refleja la voluntad de nuestra mayoría y del pueblo estadounidense”, dijo Boehner en la anticipación de la votación en el Senado.
Las dos versiones del Senado y la Cámara deberán luego congeniarse en un texto definitivo.
Boehner señaló que la reforma migratoria, prevista inicialmente para este verano boreal, no vería la luz hasta finales de año.
Grupo bipartidista
El proyecto de ley aprobado en el Senado con apoyo bipartidista fue negociado durante meses a puertas cerradas por un grupo bipartidista de ocho senadores: los demócratas Dick Durbin (Illinois) , Chuck Schumer (Nueva York) , Bob Menéndez (Nueva Jersey) y Michael Bennet (Colorado) y los republicanos John McCain y Jeff Flake (Arizona) , Lindsay Graham (Carolina del Sur) y Marco Rubio (Florida).
Los ocho senadores mantuvieron su coalición para rechazar enmiendas que en su opinión buscaran descarrilar o debilitar la esencia de su reforma: condicionar la legalización de personas sin documentos a la seguridad fronteriza.
Menéndez se mostró emotivo el jueves al ejercer el derecho de palabra en el pleno, cuando dijo que “éste es el fin de un largo viaje para mí. He luchado por la reforma migratoria durante los últimos 20 años”.