En sólo una semana, huyeron 65 mil personas, dijo Kessler, añadiendo que “muchos civiles no pueden salir de las zonas de conflicto, donde empiezan a escasear la comida y la gasolina”.
Miles de estos desplazados huyeron a Bagdad o a otras provincias cercanas, pero otros se dirigieron a las regiones kurdas del norte del país, informa la agencia.
Acnur lamenta la situación de estos iraquíes, que no tienen ni dinero, ni comida, ni ropa de abrigo, y cuyos hijos “no van al colegio”.
Unos combatientes antigubernamentales se han apoderado hace varias semanas de barrios enteros de Ramadi, capital provincial de Al Anbar, y de toda la ciudad vecina de Faluya, a 60 kilómetros al oeste de Bagdad.
Desde entonces, el Ejército lleva a cabo operaciones para intentar arrebatar estos barrios a los insurgentes, algunos de los cuales son combatientes del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL), un grupo vinculado a Al Qaeda.
El jueves, cuatro personas murieron en los bombardeos en Faluya y Washington DC pidió que se tomen “medidas políticas” para acompañar las operaciones contra la insurreción.
Durante un encuentro del presidente del Parlamento iraquí -principal figura política sunita del país-, Usama al Nujaifi, con Barack Obama el miércoles, el presidente estadounidense “animó a los líderes iraquíes a continuar el diálogo para que las reivindicaciones legítimas de todas las comunidades sean tenidas en cuenta a través del proceso político”, dijo la Casa Blanca en un comunicado.
“Ambas partes coincidieron en la necesidad de tomar medidas políticas y de seguridad para combatir el terrorismo”, añadió.