DE MIS NOTAS
El cuadrito
Cuatro temas —como cuatro esquinas conformando un cuadro de ciertas situaciones nacionales e internacionales— se desarrollan mientras escribo. Crean olas con capacidad de reventar en la realidad de nuestra playa. Se me ocurre traer a colación el cese al fuego acordado entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Rebeldes Colombianas (Farc). En nuestra playa, con lazos conexos al proceso de paz guatemalteco, esa ola se junta con las declaraciones, el día de ayer, del general Benedicto Lucas, uno de los oficiales más conocidos del conflicto armado interno, diciéndole al juez: “Si la acusación de esas muertes son ciertas, fusílenme”.
El proceso de paz guatemalteco le puede servir a Colombia como caso de estudio de cómo no firmar acuerdos con grupos armados rebeldes. La firma de la paz guatemalteca terminó en un proceso sin reconciliación. Con amnistía, prebendas y preseas para un lado, y mazo vengativo persecutorio y cárcel contra el otro. El circo aún no termina. Eso es lo que le espera a Colombia. Esos narcotraficantes disfrazados de interlocutores políticos son falsos y engañadores. Expertos en la subterraniedad de lo oscuro. ¿De la noche a la mañana dejarán el tráfico de drogas? El ingreso multimillonario, que no cesará, lo utilizarán para sembrar narcovotos en el sistema político colombiano y para atacar a los enemigos conservadores del movimiento NO, como Uribe y asociados.
Preguntas adicionales surgen: ¿Qué pasa si gana el NO en el plebiscito? ¿Qué pasa con el grupo guerrillero que conforma el ELN, aún en pie de guerra, listo para apropiarse de las áreas que las Farc se prepara a abandonar, además de las plantaciones de coca y mariguana que grupos de narcocriminales cultivan?
Hay dudas también sobre la capacidad del gobierno colombiano de cumplir con las “demandas” robinjudescas de las Farc, que según el comité del congreso colombiano se estiman en 31 billones de dólares en proyectos relacionados con los acuerdos de paz, incluyendo la desmovilización e incorporación de los exguerrilleros a la sociedad. “El día que las quejas por impuestos apaguen los gritos de guerra será un buen día para Colombia”, finaliza un reportaje en la revista The Economist.
Otro tema del cuadrito de marras señalado al principio de esta columna es sobre la nueva ministra de Salud y sus desafortunadas declaraciones de incorporar el mal de ojo, la brujería y la perdida del alma, al tratamiento de enfermedades ofrecido en el sistema hospitalario nacional. Digo, se requiere de cierta capacidad para moverse en las aguas de lo intrascendente y lo políticamente impertinente para poder sostener con seriedad semejantes burradas cuando ni siquiera tiene la capacidad de poder contestar cuántos empleados a ciencia cierta tiene el Ministerio de Salud? No supo contestar que 55 mil empleados son los que aparecen en planilla, de los cuales fácilmente 21 mil no se sabe en qué departamentos laboran y lo que hacen.
Y el descoque continúa, como lo declaró ayer Jorge Briz, en la presentación de la conferencia de la Cámara de Comercio, cuyo título era precisamente El Colapso del Estado.
El otro tema que traemos al cuadro es sobre ese desastre nacional llamado Sistema Penitenciario Nacional. Ya hablar de colapso es una estupidez reiterada. Tampoco en ese antro dedicado al crimen organizado y en graduar magísters en extorsión civil y asesinatos por catálogo saben cuántos presos han cumplido su condena y cómo se pueden localizar, procesar y liberar en el menor tiempo posible, y ojalá que no, pero lo más seguro es que sí, sin repercusiones legales en contra del Estado, por secuestro y detención indebida.
Por último, y con esto se cierra el cuadro, ¿cuándo van a aprobar los diputados de la patria las reformas al decreto 51-92 del Código Procesal Penal, iniciativa 5116, para agilizar ese desmadre del sistema mediante, entre otras cosas, para eliminar la prisión preventiva en beneficio de la medida sustitutiva, lo cual permitiría sacar a cientos de guatemaltecos de las cárceles mientras sus casos son llevados a juicio.
He ahí el cuadro. Cuatro esquinas. Una realidad.
alfredkalt@gmail.com