ENCRUCIJADA

Emprendimiento y desaceleración

Juan Alberto Fuentes Knight

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¿Qué puede hacerse para reducir la desaceleración de la economía guatemalteca? ¿Nada? La estructura económica de Guatemala no deja un gran margen para hacer mucho a corto plazo. Por una parte, la situación económica internacional no mejora. La economía de los Estados Unidos, nuestro mayor socio comercial, se desacelera.

Por otra, Guatemala tiene un patrón de crecimiento muy concentrado, altamente dependiente de la dinámica impuesta por grandes conglomerados agroindustriales que incluyen bancos, negocios inmobiliarios y la generación de energía. Sus dueños son familias conocidas y poderosas, algunas de abolengo y otras emergentes. A ello se ha agregado recientemente la minería, con toda la conflictividad que genera. Sumémosle un consumo creciente, alimentado por el dinamismo de las remesas. Puesto que la minería va en declive, y los grandes conglomerados han decidido postergar sus inversiones, la economía en su conjunto está perdiendo dinamismo. Solo se mantiene el flujo de remesas, base del crecimiento del consumo.

Frente al estancamiento de los grandes, la multitud de pequeños y medianos negocios, cooperativas y organizaciones comunitarias que existe en Guatemala lucha frente a un contexto general que se deteriora. Lo hace con limitados apoyos. Y ante la falta de inversiones en minería y por parte de los grandes conglomeraos ahora exista en Guatemala lo que los economistas califican como abundante liquidez, que podría servir para financiar inversiones.

Hay suficientes recursos financieros para invertir, disponible en los bancos. Y también existe una demanda de crédito por parte de pequeños y medianos emprendedores, muchos de ellos orientados a atender mercados locales o regionales y no los internacionales, aunque también hay casos exitosos de pequeños negocios exportadores. El problema es que la oferta y demanda de recursos financieros no logran converger.

La banca tradicional tiene dificultades para prestarle a pequeños y medianos emprendedores: las garantías para cubrir sus préstamos son débiles o inexistentes, los proyectos que plantean muchas veces están mal preparados y el costo de atender a numerosos pequeños negocios es alto comparado con lo que rinde para los bancos. Mejor prestar para el consumo, para la compra de electrodomésticos, de automóviles e incluso para viajes. Un quetzal estable en relación al dólar, con una inflación guatemalteca que es mayor a la norteamericana, favorece que todo se importe. No sorprende que los sectores más dinámicos son el comercio formal e informal y los servicios personales. Y es cada vez más difícil exportar.

Mientras tanto, coexiste una multitud de dispersos y discontinuos proyectos y programas dedicados a apoyar a las PYMES. Pero para apoyar a pequeños y medianos negocios, a nuevos emprendedores, a cooperativas o a organizaciones comunitarias con espíritu empresarial, se requiere un programa amplio, ambicioso, flexible y de mediano y largo plazo. Tendría que apoyar con crédito, información, asistencia técnica, múltiples servicios y contactos internos y externos. El espíritu emprendedor de los guatemaltecos es fuerte. Le corresponde al gobierno articular este esfuerzo. No tiene por qué monopolizarlo y debiera permitir amplias alianzas para llevarlo a cabo. Pero solo se logrará con un esfuerzo decidido, coherente y ambicioso, con un acompañamiento continuo, que avance con base en la prueba y el error. Así se logrará que esta mayoría emprendedora le pueda imprimir un crecimiento más amplio, inclusivo y sostenido a la economía guatemalteca.

fuentesknight@yahoo.com

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