EDITORIAL
La permanencia de los principios
Al celebrar hoy nuestro sexagésimo quinto aniversario de fundación, consideramos justo recordar con admiración la memoria de Pedro Julio García, Mario Sandoval Figueroa, Salvador Girón Collier, Álvaro Contreras Vélez e Isidoro Zarco, quienes con entusiasmo juvenil se lanzaron a la aventura de crear Prensa Libre. Pero, además, hacer unas consideraciones sobre la permanencia de los principios y los valores que los inspiraron, así como de los peligros y riesgos implícitos en el ejercicio del periodismo independiente.
Esos peligros muchas veces están relacionados con esos principios y valores porque no son aceptados por la mayoría de quienes detentan o ejercen el poder político, económico, ideológico, religioso o de cualquier otro tipo. La prensa que no se pliega a los criterios de estos sectores, que no se vuelve un simple altavoz, es calificada de enemiga, o de constituir una entidad cuya razón de existir es causar problemas. Cualquier diferencia con la verdad de cada grupo es calificada de mentira.
Por ello, la alabanza constante a la prensa por parte de algún sector debe ser considerada preocupante prueba de que algo se está haciendo mal. El balance, uno de los principales factores del periodismo profesional, y que beneficia a la ciudadanía, se convierte según estas equivocadas opiniones en una amenaza, por implicar la existencia de otros criterios, de similar validez.
El asesinato de Isidoro Zarco y los secuestros de Pedro Julio García y Álvaro Contreras Vélez, las dos bombas terroristas colocadas hace muchos años frente a la sala de Redacción, constituyen pruebas de que esos valores periodísticos muchas veces significan riesgo de la vida. Los atentados mortales contra periodistas han sido comunes en la historia guatemalteca y por desgracia aún permanecen en nuestros días, en especial en los departamentos.
La constante vigilancia y la decisión de una defensa sin descanso constituyen el precio de la libertad de prensa, de informar y de ser informado, comentar y recibir comentarios. En la actualidad, el mundo pasa por una etapa de intolerancia: desde el ataque por motivos religiosos contra el periodismo de Francia hasta los constantes insultos contra el periodismo del aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos.
En Guatemala, esa intolerancia se manifiesta con los constantes aunque a veces toscos y torpes llamados públicos a la violencia contra la prensa, así como las insostenibles aunque sutiles invocaciones para que los guatemaltecos piensen igual, como mejor forma para poder actuar en beneficio del país. Es importante señalar esto porque tales amenazas, por infortunio, son parte del paisaje en la sociedad de este siglo, como lo fueron desde el inicio del concepto de prensa independiente durante todo el siglo XIX.
La multiplicidad de fuentes de información para los ciudadanos provoca que la prensa deba profesionalizarse debido al alcance masivo. Prensa Libre suma en sus ediciones escrita y electrónicas un gran total de 4.6 millones de visitas diarias. Esos números nos instan al reto, que aceptamos con todo gusto y seriedad, de mantener la preferencia de los guatemaltecos, gracias a que no hemos tenido, tenemos ni tendremos ningún otro compromiso más que con los legítimos intereses de los ciudadanos y de Guatemala.