El colegiado tardó unos segundos en emitir su veredicto, creando así ese momento de expectación tan típico en los combates que se deciden a los puntos, y Lu, quien se creía ganador, no podía ocultar su excitación, moviendo el brazo que le quedaba libre nerviosamente.
Al final, el árbitro alzó la mano del ganador, y Lu, totalmente seguro de que iba a ser él, levantó el brazo que no agarraba el árbitro y gritó para celebrar su victoria… cuando era el keniano el que se la había llevado.
El púgil africano añadió hilaridad al momento sonriendo con condescendencia, señalándose a sí mismo, abrazando amistosamente a su rival y, para rematar la faena, bailando una danza tribal sobre el ring, mientras Lu, con cara de confusión, aún no asimilaba lo que había ocurrido.
El momento de incomodidad de Lu ha sido convertido en “memes” en redes sociales de todo el mundo, fue destacado en la prensa internacional y convirtió al boxeador chino en el ejemplo de que es mejor no vender la piel del oso antes de cazarlo, y menos en disciplinas deportivas donde dependes de juicios de terceros.
Pero en China el ridículo de su boxeador se ha visto de otra forma, y en el país asiático, además de criticar al árbitro por una decisión que muchos creen injusta, han surgido muestras de apoyo en las redes sociales y se ha preferido destacar a Lu por su costumbre de besar el ring antes de los combates.
Etiquetas como “#LuBinBesaElRing” o “LuBinSufrióDecisiónControvertida” han surgido en las redes sociales chinas para mostrar apoyo al boxeador, con cientos de miles de retuiteos.
Lu, dice su biografía oficial en Río 2016, es un gran admirador del boxeador filipino Manny Pacquiao y su lema es “donde las dan las toman”, así que quizá está esperando secretamente que un día pueda medirse nuevamente al keniano Warui y ser él quien baile al final.