Revista D
“Me consideraba un antisocial”
Para Luis Humberto Villacinda pedalear se convirtió en algo más que un paseo ocasional.
Busca que las personas ganen más confianza para usar la bicicleta. (Foto Prensa Libre: José Luis Escobar).
El primero de los recorridos de Bicirol fue el 31 de diciembre del 2013. Este movimiento de ciclousuarios cuenta con 250 participantes, más o menos, pero nació con el paseo redondo que cuatro amigos efectuaron del Parque Jocotenango, zona 2, al monumento al papa Juan Pablo II, ubicado al final de las zonas 13 y 14 de la capital. Al retornar al parque decidieron repetir el recorrido el siguiente mes, pero invitando a más personas.
De los fundadores solo queda Luis Humberto Villacinda, quien sigue animando a más personas a “disfrutar de la bicicleta más allá de un par de horas los domingos”. Se apoya en un staff de 12 voluntarios para coordinar las rutas del mes: para principiantes e intermedios; también una nocturna y, desde julio, una de montaña.
Unos 50 ciclistas son los que por lo regular participan, “pero el número crece hasta un 500 por ciento cuando hacemos el recorrido nocturno”. Bicirol es uno de los colectivos activos en la capital. “La mayoría usamos el Parque Jocotenango como punto de partida, por eso lo llamamos la catedral del ciclismo urbano. Es realmente extraño el día que no haya un grupo que se reúna ahí. En el antiguo parque Morazán siempre se ven ciclistas”.
“Desde un punto de vista romántico o idealista, creemos que de alguna manera apoyamos o incentivamos a que las personas usen más la bicicleta”, comenta.
“Me consideraba un antisocial”, reconoce, pues solía frecuentar a las mismas amistades. Pero impulsar las actividades de Bicirol le ha permitido ampliar su círculo social. La bicicleta, considera, es una terapia efectiva. “Ser parte del movimiento de ciclistas que hay en la urbe me ha impactado de manera positiva”, dice.
En síntesis, indica, lo que busca con Bicirol es trasladar su experiencia e invitar a dejar de conducir automotores. “No es solo dar un colazo, queremos generar confianza para salir a las calles más allá del paseo dominical. Y cuando es un niño el que adquiere esa confianza, vemos que hay esperanza para esta ciudad”.
La invitación para ser parte de Bicirol, bromea, tiene un costo: “Ellas, una sonrisa; ellos, un apretón de manos”.