Corría la década de 1950. La economía de Cuba dependía de las exportaciones de azúcar, cuya producción y comercialización estaban controladas por compañías extranjeras. Once empresas estadounidenses se apropiaron de casi un millón 200 mil hectáreas, que representaban 47.4 por ciento de las tierras dedicadas al cultivo de caña de azúcar. Las condiciones sociales, económicas y políticas eran desastrosas, circunstancias propias para un alzamiento.
A comienzos de esa década, se incrementaron las acusaciones de corrupción y, a causa de las movilizaciones de protesta, un sector del Ejército apoyado por compañías estadounidenses y empresarios cubanos dio un golpe de Estado el 10 de marzo de 1952. El nuevo dictador fue Fulgencio Batista.
La dictadura solo se sostuvo mediante una violenta represión. En poco tiempo, comenzó la resistencia, que unía en sus reclamos la lucha contra las injusticias y desigualdades del orden social con el clamor de independencia económica y autonomía y, por lo tanto, contrarios a la injerencia estadounidense en esa isla y en la región.
El 26 de julio de 1953, como parte de las acciones rebeldes, jóvenes de sectores medios y obreros, liderados por el abogado Fidel Castro, intentaron tomar el cuartel de Moncada, la segunda base militar de ese país.
Con esa acción, intentaban comenzar un proceso que llevara al derrocamiento de Batista. El asalto fracasó, pero permitió al grupo revolucionario hacer un llamado a la insurrección y a la unión del pueblo cubano.
En 1956, 82 integrantes del Movimiento 26 de Julio —denominado así por los revolucionarios luego del acontecimiento de Moncada— organizaron desde México una expedición para ingresar clandestinamente en Cuba, a la que se sumó Ernesto Che Guevara.
A bordo de un pequeño barco de nombre Granma, desembarcaron el 2 de diciembre de ese año en playa Las Coloradas (oriente), y se establecieron en Sierra Maestra, donde crearon un foco guerrillero. Con el tiempo, el grupo inicial se convirtió en el Ejército Rebelde.
Durante los primeros meses de 1958, los guerrilleros intentaron, sin éxito, organizar una huelga general. A partir de ese fracaso, decidieron continuar fortaleciendo las guerrillas rurales, para resistir la ofensiva del ejército de Batista y, posteriormente, invadir los llanos, tomar las provincias centrales y derrocar a la dictadura.
En pocos meses fueron conquistando esos objetivos y, con el apoyo de amplios sectores de la población, el 1 de enero de 1959 tomaron La Habana, después de la renuncia y fuga de Batista. La lucha antidictatorial, por el retorno a las formas democráticas de gobierno, pronto se transformó en una verdadera revolución social.
Balance del triunfo
Para modificar las enormes desigualdades económicas que caracterizaban a la sociedad cubana, el gobierno revolucionario comenzó a aplicar la Reforma Agraria. Una primera ley del 17 de mayo de 1959 estableció que serían expropiadas a los terratenientes aquellas tierras que excedieran 420 hectáreas, y la tierra se distribuyó en cooperativas y granjas.
Los cambios en la economía fueron acompañados por otras reformas. El Gobierno estableció dos áreas de prioridad: la educación y la salud. Se implementaron campañas masivas de alfabetización, se crearon nuevas escuelas y universidades, creciendo notablemente el número de estudiantes y maestros.
En cuanto a la salud, se implementó una red sanitaria para garantizar en forma gratuita la asistencia a toda la población, se construyeron nuevos hospitales y clínicas, e institutos de investigaciones médicas.
De la campaña de alfabetización, que en 1961 comenzó en toda esa isla para reducir a casi cero la tasa de iletrados, se ha pasado a un país que gradúa de licenciaturas universitarias a 45 mil alumnos por año.
El gobierno de Fidel Castro llevó a los médicos a parajes en los que nunca había llegado la asistencia sanitaria cubana; los instrumentos y aparatos médicos se extendieron por esa isla y las tasas de salud experimentaron mejoras inéditas, que aún se mantienen.
Embargo injusto
En 1960, el Gobierno cubano nacionalizó las compañías estadounidenses de esa isla, medida a la que Washington respondió con la imposición de un embargo comercial.
Cuba culpa a ese bloqueo impuesto en 1962 de la falta de medios en la práctica de sus sectores y de la pérdida de US$93 mil millones desde su establecimiento.
Luego del derribo de dos aviones del grupo anticastrista Hermanos al Rescate, el Congreso de EE. UU. aprobó, en 1996, la Ley Helms-Burton, que recrudeció el embargo al incluir sanciones a empresas extranjeras que comercian con Cuba.
Esa medida fue repudiada por la comunidad internacional, y varios países promulgaron leyes para contrarrestar sus aspectos extraterritoriales.
Medio siglo después se anunció que las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba se reanudarían. El proceso de transición ha conseguido que en ambos países se hayan conformado sedes diplomáticos, por lo que el embargo aún está en discusión y es posible que pronto se hable de su levantamiento.
Líderes indiscutibles
De la Cuba en ebullición que vio el triunfo de Fidel Castro, con 32 años, Camilo Cienfuegos, 26, Ernesto Che Guevara, 30, o Raúl Castro, 27, se ha pasado a un país bajo la misma dirección histórica en la que Raúl Castro ya tiene 86 años y la dirección del Consejo de Estado 80 años de media.
En febrero de 2008, Fidel Castro, de 82 años en ese entonces, dejó de ser presidente de ese país, cargo que pasó a desempeñar su hermano Raúl, pero su alargada sombra de líder indiscutible de la Revolución cubana se puede sentir en todo cuanto rodea al proceso revolucionario.
Ni Estados Unidos, su principal obsesión, ni sus enemigos internos, ni siquiera la caída del bloque soviético hace 20 años, pudieron apartarle del poder y solo el paso inexorable del tiempo le llevó a dar un paso al costado.
Defensores y detractores coinciden en que su carisma y su habilidad política para transformar los fracasos en victorias fueron decisivos para la longevidad del sistema.