El TEGG está ubicado en el Centro Histórico de la ciudad. Un oasis donde se respira naturaleza y arte, en que se observa a los artistas creando bocetos, dándole forma a una matriz que será entintada en negro o en diversos colores que dará vida a su imaginación.
Los alumnos cada semana tienen un espacio de tres horas que en ocasiones se extiende a un poco más de tiempo, según el proyecto.
Mientras sus propuestas se hacen vida intercambian experiencias entre todos y exploran su creatividad para aplicar diversidad de técnicas en las que ha evolucionado e incluso algunos intervienen las piezas convirtiéndolo en novedosas propuestas mezclándolo con otras expresiones artísticas.
“El grabado me apasiona porque a diferencia de otras técnicas de las artes visuales requiere de mucha planeación, imaginación y experiencia. Regularmente cuando hace un grabado no lo ve de una manera inmediata, pasan horas o incluso algunos días antes de ver el resultado final y eso es adrenalina pura”, explica Erick Menchú, artista guatemalteco que durante 2019 fue reconocido como el ganador de Arte en Mayo y uno de los fundadores e instructores del TEGG.
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El grabado comienza con una idea, la cual se pasa a boceto y cuando se tiene claridad se pasa a una matriz de madera, de cobre y linotipo.
Cuando se tiene concluido el trabajo en esta placa se hacen pruebas de impresión, al principio podría imprimirse en una hoja normal y al momento de alcanzar la limpieza requerida, se imprime sobre un papel de algodón o de otros materiales, explica uno de los alumnos más nuevos, Domingo Górriz, quien en trayectoria en el arte empieza a experimentar esta otra forma de trabajo.
Al final el grabado se puede hacer una edición determinada y cada pieza se describe con un número. El punto final es la firma de los artistas.
En el siguiente video se observa una de las técnicas que utiliza el metal como base. El proceso lleva cerca de 12 horas y fue elaborado por Sergio Valencia.
Otra de las artistas que participa en el taller semanal es María de lo Ángeles Iturbide de Paiz. Ella ha estado cinco años explorando este medio de expresión y sus temas favoritos están en la naturaleza, aunque no es lo único que trabaja.
Su último trabajo en grabado explora el valor de la familia y el tiempo en un conjunto de curiosos relojes.
El TEGG, un proyecto que perdura
Eva Salazar, alumna del proyecto y quien actualmente tiene una exposición en Viena, expresa el grabado llega a su vida por el maestro Guillermo Maldonado, con quien recibe los primeros talleres. Lo deja unos años y retoma actualmente los talleres en TEGG.
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“Es una mañana de la semana que se convierte en un oasis, compartimos las ideas y vemos el proceso de diferentes técnicas, un espacio donde se ve nacer proyectos y su culminación”, dice. También invita a otros artistas a seguirse preparando sin quedarse encerrados en lo que ya se sabe hacer y seguir aprendiendo nuevas técnicas y apoyarse en otros maestros, “entre nosotros los artistas uno puede dar una idea o complementar, es parte de crecer en estos espacios”, concluye Salazar.
Por su parte, Jacobo Mena, tambén uno de los estudiantes comenta que este espacio más allá de la posibilidad de trabajar proyectos importantes también les ha llevado a descubrir la disposición de instructores como Menchú. “Menchú -a causa de una enfermedad perdió el oído hace cerca de dos años-, aunque pareciera que tiene una limitación nos ha enseñado su fortaleza porque esto solo potencializó su arte y se sigue entregando a la enseñanza del grabado”, agrega.
Este es uno de los últimos trabajos que Mena ha realizado durante su regreso a esta técnica.
Pero como nació el TEGG. El lugar lleva 12 años de estar trabajando en promover las artes gráficas y en especial el grabado. Al principio estuvieron en el edificio de Correos y luego pasaron a las instalaciones actuales, en la 7a. avenida y 12 calle del Centro Histórico.
Por el 2005 se escuchaban como maestros de grabado Guillermo Maldonado y Mónica Torrebiarte.
En ese tiempo surge el grupo La Torana, cinco artistas quienes empezaron a trabajar en este tema de una manera artesanal. Menchú, Norman Morales, Marlov Barrios, Plinio Villagrán y Josúe Romero, eran los integrantes.
Los jóvenes de La Torana participaron en un concurso llamado El salón del grabado, ganaron con sus propuestas y el premio fue a especializarse en grabado la Escuela de La Esmeralda, en México.
Al regresar a Guatemala se dieron cuenta que no existía un espacio para trabajar a nivel profesional este arte y decidieron comenzar el proyecto que se convirtió en el TEGG.
Luego se integraron más personas como Mario Santizo, Alberto Rodríguez y Juan Carlos Melero.
En la actualidad Morales, Menchú y Sergio Valencia son quienes lo dirigen.
Menchú agrega que el mundo del grabado en la historia guatemalteca ha estado marcada por artistas como Dagoberto Vásquez, Zipacná de León o Roberto Cabrera, entre otros grandes nombres. A finales de los 80 Moisés Barrios interviene por el regreso de este movimiento en el país. Del trabajo junto a él surgen nombres como Isabel Ruiz, Erwin Guillermo y Anibal López.
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