ALEPH

Guatemala = Pavón

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Guatemala es hoy sinónimo de Pavón. O Pavón de Guatemala. Estamos todos encarcelados en espacios controlados por estructuras paralelas. Prisiones, cada una, controladas por su propia Hidra de aliento venenoso y varias cabezas que se multiplican cuando las cortan, que se alimenta de corrupción, impunidad, violencia e inseguridad. En este orden tenebroso, unos se encierran en sus casas y otros en sus celdas, esperando a que el siguiente Fouché teja las conspiraciones más siniestras. El recurso para sostener este orden es el miedo.

¿Es un espejo esa microsociedad de “adentro”, donde fue asesinado Lima, de la macrosociedad de “afuera”, donde diariamente mueren asesinadas entre 15 y 20 personas? ¿Son dos sistemas que viven uno del otro? Si los sucesivos gobiernos no han podido hacer cambios de fondo en el Sistema Penitenciario es porque en ese “afuera” no existen las condiciones para arreglar lo de “adentro”. Por ello acudo al mito de la Hidra, que termina, por fin, derrotada por Heracles y su sobrino Yolao. Heracles iba cortando cabezas; su sobrino iba quemando las partes amputadas para que no crecieran de nuevo las cabezas del monstruo.

Nos construimos históricamente, y estamos hechos de mitos. Por ello acudo a uno de ellos. En nuestro orden social se ha abierto una pequeña grieta por donde se está colando la justicia que toca a los intocables, a las estructuras más oscuras, como tropo de las cabezas cortadas de la Hidra. Hay un poco menos de miedo que hace 30 años, que hace 20, que hace 10, que hace dos. Ahora las cárceles, como feudos reproductores de otro orden mayor, también se ven afectadas, y uno de sus personajes icónicos es asesinado. Todo habla con todo. Y una quisiera creer que en serio estamos en un proceso de lenta transición hacia otra Guatemala, pero en medio de este surrealismo chapín, no sabemos si cabe esperar reacomodos, avances o incertidumbres.

Cada época y cada sociedad ha buscado cómo castigar a sus desobedientes. En la Edad Media se les encerraba para luego someterlos a innombrables suplicios; a partir de la Revolución Francesa se les encarcelaba, pero se les quiso tratar un poco más “humanamente”. En la modernidad se buscó que la cárcel transformara a los individuos. Hoy, algunas sociedades atestiguan cómo las cárceles se convierten en escuelas para el perfeccionamiento de criminales organizados. Por otra parte, hay ya países que ni siquiera tienen cárceles, por considerarlas un rotundo fracaso, además de ser costosísimas. Guatemala está lejos de llegar allí.

Hay más de 23 mil personas privadas de libertad en las prisiones guatemaltecas. Y desde hace años sabemos que estas han sido los centros de operaciones de las estructuras paralelas. El sistema carcelario está colapsado y en manos de criminales. Igual que Guatemala. Las mismas estructuras que han gobernado afuera han gobernado dentro, y los sucesivos gobiernos han tenido miedo de entrarle al problema, hasta que este se les fue de las manos. O se hicieron convenientemente de la vista gorda, en una complicidad imperdonable.

En Twitter pueden buscar, en @elOrdenMundial, una gráfica que muestra las tasas de encarcelamiento en el mundo, por cada 100 mil habitantes. La fuente es el International Center for Prison Studies. Las tasas más altas están en EE. UU, un lugar del que muchos pretenden tomar ejemplo para reestructurar el SP de Guatemala. No, por favor. Imaginen las prisiones privatizadas legalmente (ahora lo están de facto), teniendo que albergar a un número equis de “clientes” (por supuesto, bajo la lógica del mercado), para tener contentos a quienes se han dedicado al negocio carcelario. Eso supondría que tiene que haber criminales a como dé lugar para que el negocio fructifique. Mientras, en países como Noruega, las cárceles están pasando a ser parte del pasado y la criminalidad reporta cifras bajísimas que son absorbidas y tratadas dentro del mismo sistema social donde se producen. Heracles no habría podido matar al monstruo sin su sobrino. Yolao llevaba el fuego. Y el fuego somos nosotros, los hombres y mujeres de esta sociedad que ha de dejar de ser una cárcel.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.

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