EDITORIAL

Nuevo revés a los migrantes

El tema sobre una reforma migratoria, o sobre cualquier plan que busque llevar algún beneficio a quienes residen en Estados Unidos de manera irregular, ha sido silenciado por cuatro jueces de la Corte Suprema de Justicia que votaron en contra de un planteamiento hecho por el presidente Barack Obama.

De hecho, los otro cuatro integrantes de ese alto organismo estadounidense votaron a favor del plan de Obama, pero al existir un empate en la votación la propuesta es anulada y por lo menos en lo que resta de su presidencia el tema queda sepultado.

Sin embargo, ese silencio apenas durará unos cuantos meses, pues en plena efervescencia de la actual campaña electoral estadounidense no puede durar mucho, porque los candidatos que quedarán en la contienda tienen posiciones definidas sobre el tema y este será a su vez crucial en las elecciones de noviembre.

La iniciativa de Obama no debería relegarse, porque en el fondo buscaba atender una realidad indiscutible y era garantizar un mínimo beneficio para miles de migrantes que reúnen ciertos requisitos en su ingreso a Estados Unidos, sobre todo se buscaba poner una pausa en las deshumanizadas deportaciones.

El esfuerzo de Obama era loable también porque el Congreso, dominado por los republicanos, ha cerrado de manera reiterada cualquier posiblidad de abrir una puerta a los migrantes para que puedan trabajar sin temor a ser capturados en cualquier momento.

Para quienes observan desde otras latitudes la decisión de cuatro altos magistrados no puede más que compartirse las palabras del presidente Obama cuando afirma que esos reveses judiciales “nos alejan aún más del país que aspiramos ser”. Una nación con los estándares de desarrollo como los que tienen Estados Unidos debe ser también congruente con ese liderazgo a escala mundial.

Uno de los grandes fiascos que arrojan estas resoluciones es que se acentúa el drama para millones de migrantes que ya deberían haber cambiado su estatus migratorio, sobre todo porque los núcleos familiares se componen de personas nacidas en ese país y otras que tienen muchos años de residir y pagar sus tributos allí pero que quedan fuera de esos beneficios, por el peso de las rivalidades políticas.

Otro de los objetivos de la administración Obama era proteger a miles de indocumentados que ingresaron cuando eran muy pequeños y que en definitiva han asimilado más la cultura de ese país que muchos de los rasgos de sus naciones de origen.

Ahora la esperanza para millones de migrantes vuelve a centrarse en las próximas elecciones, donde solo uno de los contendientes podría incidir en que su estatutos migratorio cambie.

Esto porque entre los inminentes contendientes existe una clara postura partidaria sobre el tema. Donald Trump ha ofrecido durante su campaña deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados, mientras que la demócrata Hillary Clinton podría intentar rescatar el plan presentado por Obama, lo que plantea un marcado contraste entre ambos aspirantes.

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