EDITORIAL
Proyecto precisa de visión a largo plazo
La ausencia de políticas públicas gubernamentales para una planificación del ordenamiento territorial condujo a un crecimiento desordenado de la capital y otras zonas urbanas. Las consecuencias están a la vista: problemas de tránsito y transporte, mezcla de áreas residenciales, comerciales e industriales y la falta de un anillo regional metropolitano que interconecte rutas y desfogue el núcleo citadino.
Dentro de las complicaciones atribuibles a la falta de previsión estatal se encuentra la situación del Aeropuerto Internacional La Aurora, cuya primera terminal se inauguró oficialmente hacia 1930, en donde ahora se encuentran las instalaciones de la Fuerza Aérea Guatemalteca; la pista no tuvo pavimento de concreto, sino hasta 1942 cuando llegaron fuerzas militares de Estados Unidos al país en el contexto de la II Guerra Mundial. A comienzos de la década de 1970 se abrió la actual terminal aérea, que fue ampliada y remozada en el 2005, aunque de manera incompleta, debido a lo cual el área de recepción de viajeros continúa exhibiendo incomodidades, reducido espacio y otras limitaciones, a pesar de ser la principal puerta de entrada al país.
Resulta imposible la construcción de una pista adicional porque el aeródromo quedó circundado por zonas comerciales y residenciales. Debido a la imprevisión nunca se reservaron extensiones adicionales, a lo cual se suma la topografía de la capital. Desde hace varios años se discute un plan para modernizar el aeropuerto bajo la figura de una concesión o bien de una alianza público privada. Dicho proyecto ya cuenta ahora con el aval del Ministerio de Comunicaciones y representaría una inversión que ronda los Q900 millones, a fin de mejorar el área de acceso público, remozar la pista de taxeo y añadir sistemas modernos de guía e iluminación para garantizar la seguridad de los aterrizajes y despegues. El plan coincide con los esfuerzos por repotenciar a Guatemala como un destino turístico de clase mundial, lo cual conlleva, por supuesto, otras acciones para mejorar la seguridad, la organización de más comunidades como prestadores de servicios para visitantes y la conservación de zonas de riqueza natural y arqueológica.
El proyecto planteado por la firma Deloitte, que cuenta con el aval de organismos internacionales de aviación, hace la salvedad de que con esta inversión solo se prolongaría la vida útil del aeropuerto de 15 a 20 años. Esto da pie a trazar ese lapso como la oportunidad de evaluar la construcción de una terminal aérea internacional sobre el litoral sur. Según propuestas anteriores, el municipio de Masagua, Escuintla, podría ser el idóneo, aunque no se descartan otros territorios sobre los cuales una infraestructura de este tipo, no solo crearía un impacto económico positivo, sino que a la vez contribuiría con la clamada descentralización.
Una obra de estas dimensiones tendría que contemplar una modernización de la red vial, una transformación del uso de suelos y una planificación territorial debido al impacto que tendría en algunas de las ciudades intermedias. No obstante, también podría hablarse de generación de empleos y oportunidades de negocio, puesto que la ubicación geoestratégica de Guatemala es incomparable. El Salvador y Costa Rica han efectuado inversiones en sus aeropuertos para atraer a grandes compañías aéreas. Guatemala podría retomar un rol protagónico en la competitividad aérea a fin de aprovechar oportunidades como la que México dejó de lado al renunciar, por decisión política del presidente López Obrador, a la construcción de un gran aeropuerto de referencia global.