La granjera Kachit Krongyut, de 53 años, vio algo sospechoso en su terreno, pensó que era un perro vivo que había sido enterrado. Al acercarse descubrió que había un pie humano.
“Estaba conmocionada por lo que encontré, así que me tranquilizé y pedí ayuda. El bebé estaba enterrado con su cara boca abajo”, relató Kachit al portal Bangkok Coconuts.
Pornchai, esposo de Kachit, le ayudó a desenterrar al pequeño, quien se encontraba dentro de un agujero de 20 centímetros de profundidad.
El pequeño fue llevado a la emergencia del Hospital Wangyai. Los médicos examinaron al bebé y encontraron más de doce cortadas y golpes en distintas partes del cuerpo.
La policía local sospecha que los responsables de este hecho son los padres del pequeño, quienes podrían ser señalados por este delito considerado como aborto; este crimen es condenado con más de 40 años de cárcel.
La historia de este niño tuvo un final feliz, ya que se ha recuperado completamente y recientemente fue fotografiado con una túnica budista.