EDITORIAL
Maduro comienza imparable naufragio
Los hechos indican que se ha afianzado la posibilidad del seguro fin en Venezuela del régimen de Nicolás Maduro, quien da muestras de desesperación al impedir la realización de un referendo revocatorio de su mandato, como lo indican las leyes venezolanas, y haber ordenado la represión violenta de manifestantes opositores mediante el uso de la llamada Guardia Bolivariana, un cuerpo gubernativo de choque.
A esto se une la severísima carta de respuesta a los ataques del presidente venezolano, enviada por Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), que parece haber abandonado la posición de evidente complacencia que mantenía su antecesor, José Miguel Insulza, además de la salida de Cristina Kirschner, el retiro temporal de la presidenta brasileña, Vilma Roussef, entre otros gobiernos izquierdistas sudamericanos.
La situación interna del país es grave. La inflación ya superó el cien por ciento; hay saqueos a supermercados. Políticamente, el Gobierno perdió las elecciones y desobedece lo decidido por la Asamblea Nacional, cuyas acciones han sido declaradas inconstitucionales por entidades del chavismo. También decretó un estado de Excepción e intenta torpedear la posibilidad del referendo revocatorio presidencial, lo que motivó la censura de Almagro.
El empleo de la fuerza represiva contra la población es un asunto sumamente grave, pero en especial en el caso de Venezuela, donde la ciudadanía está acostumbrada a manifestar como forma de expresión. No parece haber duda de que esa actitud solo llevará a que este acto desesperado se repita cada vez más y solidifique con ello la calificación de “dictadorzuelo” que señaló el secretario general de la OEA.
Para terminar de empeorar las cosas, es también evidente que la oposición venezolana aún carece de la unidad total, y que entre las fuerzas armadas no parece haber un criterio unificado sobre cómo actuar para que la ya inevitable salida de Maduro conduzca a un gobierno basado en la reglamentación legal del país, lo que a la vez afianza la preocupación internacional acerca del cumplimiento de los plazos de pago de la deuda nacional.
La principal tarea de la comunidad internacional, específicamente la latinoamericana, consiste en buscar una solución negociada con realismo entre todos los sectores de Venezuela. Ese es un país muy importante en el continente, y lo que le está ocurriendo no debe causar sorpresa, ya que todos los planes de Hugo Chávez se basaron en la premisa de precios petroleros sin precedente, lo que afianzó su ahora perdida influencia en América Latina.
La más terrible posibilidad es que a causa de una mezcla de desesperación popular y de ceguera gubernativa corra la sangre de los venezolanos. Toda la situación del país depende de que no haya una chispa que cuando se encienda cause una crisis como nunca ha registrado ese país. América Latina debe observar con atención el desarrollo de los acontecimientos. En este momento, la mayor responsabilidad recae en hombros de Maduro, quien por su estilo impredecible y casi siempre inexplicable puede ser quien encienda la mecha.