EDITORIAL
Religión, educación y cuentas bancarias
Las revelaciones del lunes sobre la existencia de cuentas fuera de plaza vinculadas con el excanciller, ex candidato presidencial y exdirigente de la iglesia El Shaddai, Harold Caballeros, abren sin duda una ventana que va mucho más allá de lo jurídico financiero y transportan la discusión al campo ético.
La polémica noticia se deriva de más información surgida de los Papeles de Panamá, esos documentos sustraídos a una firma de abogados panameños que abrieron miles de cuentas de este tipo para empresas y personajes que buscaban cómo acceder a bancos en los paraísos fiscales, bien para proteger su fortuna, bien para evadir impuestos.
Con Caballeros en la lista, el análisis tiene una serie de aristas que es necesario discutir, porque él debe explicar ante sus seguidores y asistentes al grupo religioso denominado El Shaddai cómo y para qué creó una cuenta de banco en el exterior, lo cual con toda seguridad no era del conocimiento de la feligresía.
Datos como los montos que esa cuenta maneja y ha manejado serían reveladores si Harold Caballeros quiere mantener su imagen de la honestidad y transparencia en su actuar, lo cual resulta indispensable para quienes por medio de la fe religiosa reciben dinero donado en forma constante y voluntaria por los feligreses.
Las historias de calle respecto de la conducta de personajes que establecen en la fe su forma de vida son a cuales más variadas. Incluyen a bastantes personas que hacen de la difusión de las enseñanzas bíblicas un verdadero apostolado de servicio y atención a los necesitados. Estos religiosos viven en su práctica una forma de apoyo a la comunidad y contribución social.
Pero también hay muchos que han hecho de la religión, especialmente de las denominaciones derivadas del cristianismo y con la característica de ser relativamente nuevas, un vehículo efectivo para generar enriquecimiento de quienes las fundan y manejan. A causa de esto en numerosos países han sido construidos imperios financieros detrás de la esperanza derivada de las convicciones religiosas.
El caso de Caballeros tiene otra arista: su relación con la política partidista. Tuvo relación con Jorge Serrano, fue canciller de Otto Pérez Molina y fundó un partido y participó en una elección luego de haber logrado que se obviara la prohibición de ser candidatos a los ministros de culto. Por aparte, se ha vinculado con una serie de colegios y una universidad que con la iglesia El Shaddai comparten estar exentos de impuestos. Y la creación de una especie de sucursales en otros países convierte de hecho a la prédica en algo similar a una franquicia de comida.
Se debe recordar que las cuentas fuera de plaza abiertas por personas particulares que deciden abrirlas en ejercicio de su libertad y que no tienen relación alguna con la política, no significan necesariamente la prueba de un hecho ilegal. El asunto debe ser investigado y explicado en los casos como el de Harold Caballeros, que durante muchos años manejó de esa manera fondos de instituciones religiosas y educativas, que por otra parte deben señalar la forma en que se manejan y parten los dineros sobrantes.