La justicia en Mordor

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son acalladas prontamente y las voces impúdicas amplificadas extensamente.

Y en medio de este sistema —que más que sistema es un laberinto chino— de esos ratas de laboratorio, vegetan dentro del sistema muchos guatemaltecos que en mal y aciago día cayeron en las redes del indebido proceso jurídico, lanzándolos a patadas afuera del imperio de la ley y el Estado de Derecho.

Tanta gente inocente bregando contra pruebas chuecas, acusaciones falsas, testigos comprados, la lentitud procesal “ordenada desde arriba”, que los guatemaltecos pensantes ya no podemos dejar de leer el “mensaje alto y claro: “A cualquiera lo podemos meter a la cárcel para que ahí se pudra mientras prueba su inocencia con oráculos inútiles incapaces de romper el sortilegio de Sauron, Señor del reino tenebroso de Mordor”.

Casos que comprueben este extremo:

1. Los hermanos Valdés Paiz, prisioneros del sistema, clamando por más de dos años para que los lleven a juicio. A pesar de que “un colaborador eficaz” —esos asesinos y delincuentes que venderían hasta su propia madre con tal de salirse con su zanahoria—, uno de ellos en avanzado estado de enfermedad terminal, fue tocado por las campanas celestiales a decir la verdad. Y a continuación contó toda la asquerosa cocción podrida y cocinada por Castresana —y continuada, tonta e ingenuamente por la Cicig, versión 2.0—

2. Caso Pavón: Alejandro Giammattei, exdirector de Presidios, hasta escribió un libro señalando los vicios procesales, inventando, distorsionando, aplicando todas las triquiñuelas contra el debido proceso. En este caso, los errores procesales, la avalancha de pruebas de descargo fueron tan grandes que no tuvieron otra que declararlo libre. Por el mismo caso de Pavón, Sperinsen, Figueroa y Vielmann son perseguidos en Europa. El primero enfrentando una acusación de testigos contradictorias y diametralmente opuestas. El periodista Arnault Bédat, de la revista Suisse L’illustré, escribió: “El principal testigo, un tal B. Philippe, un ex preso de Pavón, condenado a treinta años de cárcel por el doble asesinato de dos ciudadanos franceses, dueños del restaurante Chez Pierre. Dice, así, —como caído de la nada—, seis años después del hecho, haber visto con sus propios ojos a Erwin Sperisen asesinar a un recluso a sangre fría —a José Tiniguar, llamado Choco Bolas “de dispararle en la cabeza”. “Fue cerca de las 16 horas de la tarde de ese día”, recuerda en su informe. Lo que es una contradicción, pues resulta que el infortunado prisionero falleció antes de las 10:30 am, momento en el que el juez identifica que él nunca recibió un tiro en la cabeza, sino tres veces en el pecho y el abdomen, como atestigua el informe de la autopsia”.

Sauron Señor de Mordor, el nefasto personaje maligno, no ha sido derrotado. Sigue vivito y coleando, tratando de establecer un sistema de persecución contra todos aquellos que atenten contra su propia agenda política/ideológica.

En mi próxima entrega hablaré de cómo todos los accionistas de los bancos están en peligro de ser perseguidos penalmente solo por el hecho de “ser accionistas”. Se les puede acusar de lavado de dinero, intermediación financiera, y una larga lista de delitos. Todo porque hay agenda detrás, por fiscales ordenados de cerrar ojos y cerrar filas para llevar a cabo una estrategia con tufo de perseguir a los enemigos de Mordor…

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.