VENTANA

Visualizaciones sanadoras

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“¿Quiénes harán los cambios en el mundo si en nuestros planes de vida no incluimos a las niñas y a los niños?”, dijo Peter Senge (el autor del libro La quinta disciplina) en un seminario en que yo participaba. El silencio cundió en la sala. “¿Quiénes harán los cambios en Guatemala si en nuestro plan de vida nacional la niñez no cuenta?”, me pregunté, y afloraron imágenes de nuestra niñez famélica, sin acceso a hospitales de calidad, sin buena educación, sin ternura, disciplina y muchas veces sin amor. La violencia en las calles es insostenible y lo peor es que las niñas y los niños están expuestos a presenciar macabros espectáculos como encontrar tirado un cadáver en la calle de su barrio.

El niño aprende con el ejemplo.

Como sociedad, ¿qué estamos sembrando en su corazón tierno? El ajetreo de la vida cotidiana impide que las familias conversen. Es común que los papás desconozcan qué les atemoriza a sus hijos, qué amenaza su seguridad interna. Es por eso que este viernes escribo sobre un tema que no es común en nuestro medio. Me refiero a la meditación infantil. Están más que comprobados los beneficios que los adultos sentimos cuando practicamos una corta meditación diaria. Nos calma, nos enfoca. Sosiega nuestra mente y nuestro espíritu. El efecto sanador que puede llegar a sentir un niño que se relaja y visualiza situaciones positivas que reafirman su propia verdad y sus recursos ¡es enorme! Estoy segura de que habrá padres de familia y maestros a quienes les interesará ponerla en práctica. En el “primer mundo” las visualizaciones sanadoras son un recurso común empleado por los padres de familia, los maestros, los médicos y las enfermeras en los hospitales.

Los niños pueden aprender a meditar desde muy pequeños. Se les puede guiar con visualizaciones sencillas. Los niños no tienen prejuicios como los adultos. La meditación es un recurso valioso para las jóvenes generaciones en esta nueva era de cambios vertiginosos que requerirá de personas éticas, creativas, intuitivas, seguras de ellas mismas, capaces de manejar sus emociones. Es cierto que la educación formal ayuda a que los niños aprendan a razonar, pero la meditación puede ser un medio para liberar su personalidad, para ser más receptivos a su entorno y, lo mejor de todo, les ayudará a controlar sus miedos porque aprenderán que su mente puede ser su amiga y no su enemiga.

Maureen Garth es una autora que ha publicado varios libros sobre meditación infantil. Los más conocidos son: Luz de estrellas, El espacio interior, Rayo de Sol, Luz de la Tierra. (Espero que las librerías tomen en cuenta este tema fundamental porque busqué libros de meditación para niños y no encontré). Maureen es una maestra innovadora que escribió ejercicios de visualización para todas las edades. Estos ejercicios surgieron del deseo de facilitar a su hija, Eleanor, que tenía 3 años, un tranquilo paso de la vigilia al sueño. La práctica de ese “viaje al interior” no solo ayudó a su hija, sino a muchos otros niños de todo el mundo y a sus padres. La conversación tranquila entre papá o mamá e hijos crea un clima de paz que nutre la relación y ayuda a los niños a sentirse seguros, a conciliar el sueño sin temor. (En un próximo artículo transcribiré una visualización). Para Maureen los niños son nuestro fluido vital, son nuestro futuro. “Igual que el agua, sin ella no habrá vida… ¡sin niñez sana no habrá futuro!” cantó el Clarinero.

clarinerormr@hotmail.com

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