Como muestra, Johnson subrayó que en 2014 el Caribe pagaba una media de US$0.45 por kilowatio/hora, frente a los US$0.8 o US$0.9 que “cuesta en Miami” (EEUU).
“Si lo pasas al sector hotelero, muy importante en una región con gran peso del turismo, su coste operativo está en un tercio basado en la energía. Así no puedes ser competitivo”, explicó el economista trinitense del BID.
En concreto, la dependencia del sector turismo en el Caribe es altísima, la mayor del mundo con un 14% del producto interior bruto total. Aunque por países puede elevarse aún más, como es el caso del 25% en Jamaica, hasta el 40% de Barbados o casi el 50% de Bahamas.
Nassau, capital de Bahamas, será precisamente la anfitriona de la asamblea anual del organismo multilateral, que se celebrará entre el 7 y el 10 de abril y adonde acudirán ministros de todos los países de la región latinoamericana y caribeña.
Para Johnson, el principal problema del Caribe “es que no crece, y no crece porque la productividad no se ha incrementado”, mientras que otras economías similares sí lo han hecho.
“Lo hicimos muy bien después de la independencia en 1960 y 1970. Luego nos estancamos, final de 1980 y en 1990. Nos paramos. Dejamos de ser las mejores pequeñas economías abiertas, y nos estamos viendo superados por otros países, como Mauricio”, recalcó.
En los últimos años, la economía caribeña está recuperándose lentamente, tras haber sufrido los efectos de la recesión en EEUU y Europa, el origen de sus mayores flujos de turistas.
En 2015, el Caribe creció a una media del 1.5 %, y se espera que lo haga un 1.6 % en 2016, según las proyecciones del BID.
“El sol aún no ha salido, aún no estamos en niveles de antes de la crisis, pero hay elementos positivos. Como el repunte del turismo, especialmente gracias a que países como Barbados han logrado atraer a turistas que buscan lugares de mayor seguridad y han abandonado otros destinos por peligrosidad, como Túnez o Egipto”, señaló el experto caribeño.
Otro de los elementos que ha complicado la recuperación es la caída de los precios del petróleo, cuyos efectos sobre la economía caribeña han sido paradójicos.
“Ha sido buena para los países, pero pésima para los gobiernos”, afirmó Johnson.
“Estos países dependen en gran medida de los impuestos a las importaciones para sus ingresos fiscales, de los que los del petróleo son una gran parte. Por ello, en términos de sus reservas internacionales estos bajos precios han sido muy positivos; pero en lo que se refiere a los ingresos de cara a las cuentas públicas han sido terribles”, agregó sobre los ya crónicos problemas de déficit en algunos países.
De cara al futuro energético, no obstante, Johnson se mostró optimista, ya que el Caribe afronta un dilema que puede ser beneficioso.
“Casi todas las instalaciones de generación eléctrica están alcanzado el final de su vida útil, así que es una gran oportunidad. Si tienes que volver a invertir, ¿por qué no lo haces de una vez en energías limpias?”, aseveró.
En este sentido, subrayó las posibilidades que se han abierto en energías renovables en pequeños países como Dominica, con un gran potencial geotérmico, o los proyectos en Jamaica para modernizar sus dos plantas principales y pasar a gas natural licuado.
“Jamaica tiene suficiente potencial para que se convierta en la base de distribución para alcanzar el resto del Caribe”, aventuró Johnson.