En otras palabras, el programa usaba mucha jerga e intentaba dar respuestas graciosas a mensajes y fotografías. El chatbot fue lanzado el miércoles, y Microsoft invitó al público a interactuar con Tay en Twitter y otros servicios populares entre los adolescentes y adultos jóvenes.
“Mientras más interactúas con Tay, se vuelve más inteligente, para que uno pueda tener una experiencia más personalizada”, dijo la compañía.
Nada amigable
Pero algunos usuarios encontraron raras las respuestas de Tay, y aparentemente, otros encontraron que no era muy difícil hacer que Tay realizara comentarios ofensivos, aparentemente obligada al repetir preguntas o declaraciones que incluían mensajes ofensivos. Pronto, Tay estaba enviando mensajes de empatía a Hitler, y creando un furor en redes sociales.
Varios medios internacionales analizaron la controversia que generó Tay.
“Desafortunadamente, a las 24 horas de ser colocada en línea, nos percatamos de un esfuerzo coordinado de algunos usuarios para abusar de las habilidades de conversación de Tay para que respondiera de forma inapropiada”, dijo Microsoft en un comunicado.
Aunque la empresa no dio detalles, el científico Kris Hammond señaló que aparentemente Microsoft no se esforzó en preparar a Tay con respuestas apropiadas para ciertas palabras o temas. Tay parece una versión de tecnología de “llamada y respuesta”, agregó Hammond, quien estudia inteligencia artificial en la Universidad Northwestern y también funge como científico en jefe en Narrative Science, una compañía que desarrolla programas de cómputo que convierten datos en reportes narrativos.
¿De quién es la culpa?
“Todo el mundo dice que Tay se convirtió en esto o que se volvió racista”, dijo Hammond. “No es verdad”. Con toda certeza, el programa solo reflejó lo que se le decía, posiblemente en repetidas ocasiones, por personas que decidieron ver qué pasaría.
El problema es que Microsoft le dio rienda suelta a Tay en línea, en donde muchas personas consideran que es entretenido armar un alboroto. La compañía debió darse cuenta de que las personas intentarían varias tácticas conversacionales con Tay, señaló Caroline Sinders, experta en “analítica conversacional” y quien trabaja en robots de chat para otra empresa tecnológica (a la que solicitó no nombrar). Dijo que Tay era “un ejemplo de mal diseño”.
En lugar de montar algunos lineamientos sobre cómo lidiaría el programa con temas controversiales, aparentemente Tay fue dejada a su suerte para aprender lo que se le dijera, añadió Sinders.
“Es realmente un buen ejemplo de aprendizaje de máquinas. Aprende de retroalimentación. Eso significa que necesita mantenimiento constante”, dijo la experta.