LA ERA DEL FAUNO
“Escotes, blusas con tiritas”
El Secretario General de la vicepresidencia, David Sentes Luna, firma un memorando —con deficiencias de forma— dirigido al personal que labora en esa entidad. Les ordena que sean gentes aseadas y bien vestidas. En sus partes sustantivas más divertidas —quise decir, enfáticas—, refiere que las mujeres deben mostrar las uñas de sus pies siempre y cuando los tengan “en la mejor condición estética para lucirlos”.
Valdría la pena que el funcionario explicara cómo evalúa un pie estético y otro antiestético. ¿Es como a él le gustan según el tamaño, color, peso, textura, olor, largo, ancho? ¿Cuáles son esos novedosos estándares, si los hay, de un pie para Guatemala en el presente siglo? Las uñas de las mujeres, continúa, tanto en manos como en pies, “deben de tener un largo prudente y profesional” (sic). No hay una medida “profesional” para las uñas, en todo caso, hay una convención subjetiva determinada en espacios definidos. Eso de dar lineamientos enlazando conceptos con prejuicios es trampa vieja, y de las más feas. Y no es lo mismo “deben de tener” que “deben tener”, según el tenor de la nota.
Sobre las faldas y los vestidos, “jamás deben quedar a más de un palmo por encima de las rodillas. Si estas tienen escote, este debe quedar a una altura prudente”. Según lo redactado, las rodillas tienen escote. Pero vamos a suponer que quiso escribir que es el vestido el que lo tiene y deberá tener esa altura “prudente”. ¿Cómo lo va a medir? ¿Fisgoneando cada rodilla?
“No se recomiendan blusas que se transparenten (…). La ropa muy ceñida al cuerpo, escotes, blusas con tiritas (que muestren los hombros) o informales, no es aceptada”. A estas alturas, es fácil advertir una anomalía victoriana en la mentalidad de Sentes. Resulta, por cierto, deshonesto disfrazar las órdenes de “recomendaciones”. Este funcionario del buen aspecto podría fomentar, como guinda, las buenas conciencias para cerrar el círculo de la imagen pública. Ya se sabe que tener las uñas de los pies muy largas y un cigarro en la boca da qué pensar. Por eso, podría solicitar a la diputada oficialista Laura Franco que les dé una charla sobre la importancia de cumplir con la ley de los ambientes libres de humo de tabaco. Ya que el gobierno al cual representa tiene gentes probas, limpias, creyentes a más no poder; ya que tiene funcionarios honestos como la diputada, sería todo un paquete de buenas costumbres si impulsara charlas al respecto. Ciertamente, Guatevisión filmó el jueves a Laura Franco mientras fumaba en la oficina de la Comisión de la Mujer, en el Congreso, en un espacio público y cerrado, violando así el decreto 74-2008. Como agravante, la diputada mintió. Negó que ella fumara en ese lugar; solo hasta que la reportera le informó que había sido filmada aceptó y dijo que tenía debilidades “como mujer, como diputada”. En fin, sería una buena charla, justa para la vicepresidencia de Jafeth Cabrera. Lo malo es que ella tenía los hombros descubiertos y usaba escote, no sé si sería prudente.
Como dicen los anuncios aburridos: “y eso no es todo”. Para los hombres, “el color del cincho debe combinar con los zapatos”. Supongo que hay que entender “con el color de los zapatos” o “con el de los zapatos”.
Ojalá y la apariencia fuera resultado de la conciencia. Los funcionarios bien vestidos dan muestras de grave hipocresía. Su limpieza es un cuello limpio, sucio al darle vuelta. No estamos ante un código de vestuario, sino ante dogmas sectarios llevados al servicio público. Estos funcionarios se dan baños de pureza, pregonan su religiosidad hasta un exhibicionismo abusador, cada día más alarmante.