HAGAMOS LA DIFERENCIA
Tarjetas de crédito
El problema de las leyes en Guatemala es que muchas de las propuestas iniciales son bien intencionadas, pero en el camino para su aprobación son manoseadas, y el número de enmiendas que tienen en el camino, al final son aprobadas las que esconden intereses ocultos con dedicatoria hacia grupos de interés. Los grupos afectados realizan una serie de argucias para que se declare anticonstitucional, como está sucediendo con esta. El refrán castellano dice “Hecha la ley, hecha la trampa”.
La Ley de Tarjetas de Crédito, que quedó en firme el 8 de marzo, ha creado una serie de controversias y ha generado confusión. Considero que entre los aspectos positivos de la ley están los siguientes: a) Obligación para que las entidades financieras evalúen la capacidad de pago del usuario; la idea es que el monto de crédito no sobrepase los ingresos del tarjetahabiente, buena medida para que el usuario no se endeude más allá de su capacidad de pago; b) Prohibición de capitalización de intereses, cobro de comisiones y otros cargos. Evitará el pago de intereses sobre intereses y no habrá deuda que se vuelva inmanejable; c) El usuario puede solicitar reestructuración de deuda cuando considere que no puede pagarla, permitiéndole alternativas para salir de su problema; d) Las tasas de interés no podrán exceder el doble de las tasas bancarias publicadas por el Banco de Guatemala, aunque seguirá siendo alta, limitará la imposición abusiva de tasas de interés; e) Se tipificará como delito la clonación de tarjeta de crédito, imponiendo prisión y multas severas.
Como es lógico, esto obliga a que las entidades emisoras sean más cuidadosas para la entrega de tarjetas de crédito, y les limita el cobro de intereses desmesurados, lo que hace que sus utilidades sean más bajas; además, les impide la intimidación para los cobros cuando un usuario cae en atrasos, y deberán proporcionar apoyo para que salgan de esa situación. Para nadie es un secreto que las empresas emisoras cobran un porcentaje por las ventas hechas a los establecimientos que permiten el pago con tarjeta de crédito, lo que genera una ganancia adicional a los intereses cobrados. El negocio sigue siendo rentable.
Las entidades emisoras están arremetiendo contra los usuarios al intimidarlos mediante correos electrónicos, donde obligan el pago de seguros para las tarjetas, que dejan entrever lo inseguro de las mismas, lo que no debería ser ahora que las mismas ya pueden contar con chip.
Quieren también dejar claro que no extornarán el cobro de las membresías, trámite que era permitido para quienes hacían buen uso de las tarjetas. Eliminaron también las visacuotas, cuyo mecanismo era utilizado por muchos para compra de artículos con cuotas bajas. Todo esto intenta asustar al tarjetahabiente y crear una opinión pública contraria a la ley.
Respetable usuario: no se precipite en sus decisiones, ni se deje manipular para crear una opinión, usted está en la libertad de escoger con qué tarjeta se quedará, obligándonos a ordenar mejor nuestros recursos.
Estamos en el derecho de reclamar al banco el no cobro del seguro, y solicitemos que el extorno de las membresías y visacuotas siga vigente. Si no, es saludable que principiemos a manejar nuestra chequera o tarjetas de débito, lo que nos creará disciplina financiera saludable.
Utilice las tarjetas de crédito solo como medio de pago y no para endeudarse. Recuerde que “el deudor se convierte en esclavo de su acreedor”.