SI ME PERMITE

Llamados para dejar legado

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“A veces en la inspiración hay una regla excepcional. Lo que construye una persona, es legado para otro.” Luis Gabriel Carrillo Navas

No habría mayor pobreza que la de pensar que lo que vivo es para mí y nadie tiene porque tener que entrometerse en ello. La verdad es que en este mundo no estamos solos y lo que vivimos de un modo u otro afecta o involucra a otros, y muy particularmente a los que nos rodean en una manera cercana.

Si bien la vida está estructurada por actos rutinarios, estos no son aislados y llegan a proyectar el modo de ser de uno y por ello mismo los que nos rodean, el cómo y por qué hacemos y cuándo lo hacemos también. Esto puede generar comentarios que posiblemente no nos afectan, pero también puede llegar a influenciar a otros para que lo asimilen o lo consideren para comentarlo. Cuando esto se da en los que están muy próximos a nosotros entonces hay mucho más que considerar.

No es extraño que en esta vida orientemos o aconsejemos a otros sobre cómo deberían de hacer las cosas. En el discurso no hay problema más aún si tenemos facilidad de palabras. Pero si nuestra conducta o comportamiento no proyecta o refleja el consejo que hemos enunciado difícilmente se nos pondrá atención, porque simplemente cumplimos aquel antiguo dicho que dice “lo escribimos con la mano y lo borramos con el codo”.

Si tan solo reflexionáramos sobre el hecho de que cada vez que comemos algo en casa hay un par de ojos que me están observando e imitando y en el mañana simplemente ellos harán lo mismo que nosotros. Deberíamos pensar por segunda vez la forma en que lo hacemos si en verdad es razón de evitarlo. Estos pueden ser nuestros hijos pequeños, hermanitos o también personas que dependen de nosotros.

Pero cuando somos consecuentes con las normas que aceptamos y vivimos por principios que hoy y siempre se valoran como ejemplares, no tengo más que solamente vivirlo y sin lugar a duda el día de mañana, alguno lo comentará o imitará dando o no crédito, por lo que vio lo que se hemos vivido.

Seamos honestos: en los días que vivimos es tan escaso o difícil observar modelos de vida para imitar y copiar, porque simplemente vivimos tan concentrados en alcanzar nuestros logros o bien nuestros sueños que no percibimos el vacío que dejamos para alcanzar una vida digna de ser imitadas. Bien podemos decir que en nuestro actuar se cumple el antiguo adagio que: “tus hechos hablan tan recio que no escucho lo que me dices”, esto se da tanto en círculos familiares como en círculos laborales y eso explica por qué nuestra sociedad está como esta. Lo peor es no lo que está, sino que lo que dejaremos a los que vienen atrás de nosotros y ocuparán nuestros espacios. Claro que podemos desentendernos, pero eso no significa que el daño no llegará.

El ideal de la vida es vivir como si este fuera el último día de la vida y estamos sellando lo vivido con un cuadro para ser recordado, y por otra parte debemos ser tan responsables de entender que estamos viviendo el inicio de la última etapa de vida que puede ser una cantidad de años, por los cuales debemos dar cuenta.

Bien vale hacer un alto en el trajín de la vida al que nos hemos emprendido consciente o inconscientemente, proponernos afirmar las virtudes que hemos heredado o asimilado y tomar el tiempo necesario para enmendar aquello que a pesar de que a nosotros nos guste no favorece a largo plazo para una convivencia ejemplar.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.