REGISTRO AKÁSICO
De dos mares al ruido sonoro
El país está a la zaga en Centroamérica. No importa lo que usted considere: futbol, universidades, teatros, industrias, comercio… La que un día fue la provincia que dirigió a la sociedad del Istmo, hacia una vocación de libertades e ilustración, ha caído en las garras de una clase dominante maliciosa, ignara y conservadora. Solo la laboriosidad de sus expatriados y clases trabajadoras fortalece su economía.
A partir de enero de 2015, la naviera Odiel, española, ofreció el servicio de transbordador entre el puerto salvadoreño La Unión y puerto Caldera, en Costa Rica. Todavía no hay normalidad en el servicio. La comunicación marítima consigue en 16 horas alcanzar mercados distantes, mientras por tierra se necesitan tres días. Un año ha tardado en ser efectivo. También hay un proyecto de conexión entre El Salvador y Nicaragua. Estas iniciativas son convenientes; se espera que se generalicen. No obstante, no puede ser la única solución, ya que acarrea el inconveniente del monopolio.
Las razones son varias: 1) se necesita cierto nivel de negocios. Un transportador de verduras o productos de pequeña industria no tiene cabida. 2) el uso de furgones implica facilidades portuarias adecuadas. Y, 3) los navíos deben tener determinada envergadura.
En el país no se advierte la importancia de la comunicación marítima. Se ha estado de espaldas al mar desde el siglo XVI, cuando los piratas echaron del mar a los buques centroamericanos. De esa cuenta, se carece de iniciativa en gobiernos y empresarios. El país tiene que contar con un proyecto escalonado de crecimiento marinero. Primero, hay que formar marinos. Esta tarea es un resultado natural del fortalecimiento de la fuerza de mar del Ejército de Guatemala. En lugar de establecer unidades militares de infantería de marina, se debiera haber fundado varias escuelas de grumetes en los accesos al mar, dotar de embarcaciones escuela e incrementar la capacidad de desplazamiento de esa fuerza. En el mar se necesita disciplina y autoridad que se obtienen por medio de una formación basada en la abnegación y el apego a la embarcación. Es una tarea urgente a iniciarse inmediatamente.
Segundo, se debe impulsar la formación de empresas de cabotaje. Para el efecto, una línea de crédito formada con capital de riesgo situado por el Estado en el sistema financiero nacional fomentaría emprendimientos en ese sentido. Al inicio debe existir algún tipo de asociación o acuerdo con astilleros situados en el extranjero. Luego, los talleres de refaccionamiento podrían iniciar la construcción de embarcaciones pequeñas ideales para el cabotaje. La dotación de becas de estudio para ingenieros navales es otra urgencia.
El cabotaje necesita un acompañamiento diplomático que realice las buenas intenciones de comunicación entre centroamericanos y caribeños. Por ello, tercero, la construcción de pequeñas terminales portuarias con facilidades para el control de mercancías deben estar protegidas por acuerdos de libre comercio y auténtica integración económica centroamericana. En el futuro, una Centroamérica unida es la única posibilidad de crecimiento económico que posibilite adquirir los bienes necesarios para una vida digna.
Para los que critican las demandas por desarrollar la marinería del país, también debieran dirigir sus invectivas contra los planes katunes, chilibaktunes y otros. Cualquiera que lea las cartas a Santa Claus que se produjeron el gobierno pasado estará de acuerdo en que hay poner los pies en la tierra cuando se habla del desarrollo. Y como en este caso, también los pies en el mar.
http://registroakasico.wordpress.com