La idea parece simple. Los machos esterilizados pero todavía ávidos de sexo son soltados en zonas específicas, con la misión de seducir a las hembras. La cópula, infértil, lleva entonces a un proceso natural de extinción.
Sin embargo, la implementación del plan es más complejo, ya que requiere primero aislar a los machos de las hembras, para poder esterilizarlos con el uso de la radiación cuando están en un estado larvario. Para lograrlo, los expertos de la AIEA trabajan en un proceso desde hace varios años utilizando cobalto 60 o rayos X.
“Es como una forma de planificación familiar para insectos”, explicó Jorge Heindrich, jefe de la división para el control de insectos parásitos del organismo, que lidera un grupo de científicos de varios países.
1.5 millones están infectados con zika en Brasil
Esta técnica permitió erradicar a insectos como la mosca de la fruta en algunas regiones de Argentina y de Sudáfrica y la mosca del melón en Okinawa, en Japón.
El virus del Zika, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, que también contagia el dengue y el chikungunya, está ahora en el blanco de estos esterilizadores de insectos.
Un cambio en la escala
Miles de mosquitos zumban en cajas cuadradas cubiertas por un aislante, bajo una luz de neón amplificada. El calor recuerda a las zonas tropicales y el olor del cultivo de insectos es nauseabundo.
Cuando uno de los insectos sobrevuela ha habitación y zumba cerca de los periodistas que visitan el laboratorio, un pánico irracional se apodera de los presentes.
El zika, descubierto en Uganda en 1947, provoca síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza y articular o sarpullidos. Pero se sospecha que en embarazadas puede causar microcefalia, una enfermedad congénita que provoca daños neurológicos irreparables en el desarrollo del bebé.
Con más de 1.5 millones de enfermos en Brasil, América del Sur es la región del mundo más afectada por el zika.
El virus es transmitido por las hembras. “Son ellas las que necesitan sangre para alimentar a sus huevos. Los machos se alimentan del azúcar de las flores y de néctar”, explica Rosemary Lees, una de las investigadoras.
Según cuenta, una de las principales dificultades es separar a las hembras de los machos. Detrás de la experta hay cajas etiquetadas con mosquitos provenientes de Brasil, Indonesia y Tailandia.
Competir con los machos salvajes
Uno de los problemas posibles en la aplicación es que los machos “tratados” no sean lo suficientemente fuertes como para competir con los insectos salvajes.
Pero en el terreno, este desafío toma otra dimensión.
“Hemos demostrado que la técnica es eficaz a pequeña escala: podemos actuar en la periferia de una ciudad, quizás hasta en una localidad de 250 mil personas. Ahora tenemos que ampliar la escala” para estos mosquitos, señaló la entomóloga.
Actualmente hay dos experimentos en desarrollo. Uno en Sudán, en una región agrícola afectada endémicamente por el paludismo y otro en la isla francesa de La Reunión, tras la virulenta epidemia de chicunguña entre 2005 y 2006.
Lanzado en el 2009, el proyecto de La Reunión está en su fase piloto, y la producción en serie de mosquitos estériles aún no ha empezado.
Una vez que se finalice el estudio ecológico y de la biología específica del mosquito, todavía se requiere que “los Estados tengan la voluntad de producir insectos modificados, invertir en las instalaciones y dar con una fuente de rayos eficaz”, explica Marc Vreysen, jefe del laboratorio especializado en insectos dañinos de una división mixta de la AIEA y la FAO.
Esta técnica es eficaz sobre todo combinada con otros métodos, incluida la utilización de insecticidas para reducir la población de mosquitos.
En febrero se celebrará una reunión en Brasil con estados miembros de la AIEA, específicamente países de América Latina, para estudiar las posibles aplicaciones del proceso para luchar contra el virus del Zika.