También aumentó su cuenta personal a 11 títulos del Gran Slam, incluidos cuatro de los cinco últimos, para unirse a Rod Laver y a Bjorn Borg en el número cinco de la lista de todos los tiempos.
“Nunca he sentido tanto aliento del público y tanto cariño. He tenido la fortuna de ganar este trofeo en seis ocasiones, pero nunca sentí semejante apoyo”, declaró Djokovic, extasiado por los cientos de sus compatriotas serbios que no dejaban de cantar y agitar las banderas de color rojo, blanco y azul mientras daba entrevistas tras su triunfo. “Nunca me fío de nada, por más que ganado cuatro de los últimos cinco Grand Slams, con cinco finales. Es algo fenomenal”.
Una mirada al pasado
Djokovic reflexionó sobre un lapso de tiempo en el que se casó, nació su primer hijo y pasó a ejercer un abrumador dominio del tenis masculino. Su única derrota en los últimos cinco grandes se dio en la final del Abierto de Francia, el único título de Slam que falta en su colección de 11. Su próximo objetivo será saldar la deuda pendiente en París.
“No cabe duda que he jugado el mejor tenis de mi vida en los últimos 15 meses”, dijo. “Y todo va bien en el plano personal, siento que estoy en un momento de mi vida en la que todo está en harmonía. Voy a tratar de mantenerlo de esa forma”.
Después de arrodillarse y besar la pista de la Rod Laver Arena, y subirse a las tribunas para abrazarse con Boris Becker, su entrenador de 2014, Djokovic consoló a Murray.
Su rival británico se había convertido apenas en el segundo hombre que pierde cinco finales de un mismo major. Ivan Lendl perdió cinco y ganó tres finales del Abierto de Estados Unidos en la década de 1980.
“En primer lugar tengo que reconocer a Andy y a su equipo. Fue un partido difícil y de mala suerte esta noche”, dijo Djokovic. “Eres un gran campeón, gran amigo, muy comprometido con este deporte. Estoy seguro que en el futuro vas a tener muchas oportunidades”.