Para lograrlo se debe llegar a un equilibrio entre las emisiones y la capacidad de absorber esos gases, sobre todo el dióxido de carbono. El compromiso es que los países del primer mundo lo cumplan primero, pero eso no quiere decir que los demás se queden de brazos cruzados.
Guatemala llegó al COP21 con una nutrida delegación encabezada por el entonces vicepresidente Juan Alfonso Fuentes Soria y el exministro de Ambiente y Recursos Naturales, Andreas Lehnhoff.
También se unió a la solicitud mundial de no pasar de los 1.5°C.
Como país, con miras al 2030, se propuso una meta no condicionada de reducir los gases de efecto invernadero en al menos 11.2 por ciento respecto del 2005, que se ha tomado como año de referencia. Un objetivo más ambicioso es de alcanzar el 22.6 por ciento.
Las metas son bastante alentadoras, no así la puesta en práctica. Un sencillo ejemplo, visible todos los días, es el excesivo humo que expelen los buses del transporte urbano, sin que sean sancionados.
De ahí viene un enorme listado de atentados contra la naturaleza. Un caso es el de la biosfera maya, que es afectada por la expansión de las áreas para ganado, la tala ilegal y los incendios.
Asimismo, ciertas compañías operan sin regulaciones y ocasionan desastres ecológicos.
Otro caso que pone el punto sobre las íes es el poco interés que hay en Guatemala por la salud del Lago de Amatitlán, que el año pasado desató una polémica por la supuesta “fórmula mágica” con la que se pretendía limpiar sus aguas. Todo era falso y, de paso, millones de quetzales se perdieron en nada.
Contribución
Hoy, el corredor seco de Guatemala sufre los cambios bruscos del clima, en especial las canículas prolongadas.
Ante ello, organismos internacionales han brindado ayuda. Uno de los proyectos es el de la cooperación alemana, que, a través del Banco de Crédito para la Reconstrucción (KFW, en alemán) destinará €9 millones —unos US$9.75 millones— para proyectos de adaptación al cambio climático, los cuales se entregarán por fases, hasta el 2022, al Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, por medio de la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan).
Entre los programas están la conservación del suelo, bosques y agua.
Lydia Andler, representante de KFW, refiere que el proyecto beneficiará a Baja Verapaz, El Progreso y Zacapa, donde existe una alta vulnerabilidad y necesidad de adaptación al cambio climático.
El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, en diciembre del año pasado, lanzó el Programa Regional de Educación, Capacitación y Concienciación sobre Cambio Climático, con el apoyo de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, del Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e Investigaciones.
En su primera etapa pretende generar conocimientos y capacidades entre los centroamericanos y dominicanos, para que puedan adaptarse mejor al impacto del cambio climático.
Objetivo 1.5°C
Lograr que el planeta no aumente de temperatura a niveles aún más alarmantes es una tarea titánica y requiere del compromiso de todos los países.
El Acuerdo de París, al cual Guatemala se suscribirá el próximo 22 de abril y que luego deberá ser ratificado por el Congreso de la República, contempla una revisión cada cinco años.