HORRORES IDIOMÁTICOS
El gazapo ganador
Desde hace ya bastante tiempo en mi casa celebro un convite de fin de año totalmente sui generis. Son mis invitados Titivillus, el diablillo medieval que ahora se dedica a cazar gazapos, Berta mi amiga, chapina hasta el tuétano y Carmencita, nuestra amiga española que viene a pasar las fiestas a este rincón del mundo que Miguel Ángel Asturias llamó, “Flor de Pascua en la cintura de América”. Pues bien, el fin de ese convivio es elegir y coronar al rey de los gazapos (no en su acepción de “conejos tiernos”, sino de “gazapatones”, yerros al hablar o escribir). Enterados del concurso y sin haber sido invitados se presentaron a mi puerta cientos de amantes del idioma para proponer a “aperturar”, un verbo espurio que usan sin ningún recato todas las personas que laboran en los bancos donde se guarda el dinero, no las que fabrican los de madera que sirven para sentarse.
Carmencita propuso al verbo irregular “renovar”, usado por algunos publicistas y periodistas como regular. Como la propaganda insta a comprar usan el imperativo inadecuadamente: “renova (tú), “renoven” (ustedes) en lugar de “renueva” (tú), “renueven” (ustedes). Concordamos con Carmencita en que en España no tienen ese problema con el plural: “renovad” (vosotros). Pero en América, donde el tratamiento de 2a. persona plural es “ustedes” en todos los modos y tiempos, la irregularidad es forzosa y por lo menos en Guatemala no la cumplen, porque o se les olvidó la conjugación correcta o nunca la estudiaron, dada la carencia de un buen plan de estudios, carencia que se nota también en las matemáticas. Berta sugirió que el “loqueísmo” fuera un serio aspirante a la corona y citó varios ejemplos. ”Estamos en lo que es el Centro Histórico de la ciudad. Le ofrezco lo que son vinos tintos, rosados y blancos, ¿Qué prefiere, lo que es la función matutina o lo que es la vespertina?” en vez de: “Estamos en el Centro… Le ofrezco vinos… ¿Qué prefiere, la función (…) o la…?”.
Yo presenté “rentar, aplicar, nicho, prístino” y otras palabras cognadas cuya equivalencia no debería ser la inglesa, pero se usan mal: “rente un auto, aplicó a ese trabajo, nicho ecológico, cielo prístino, género: hombre” por “alquile un auto, solicitó ese trabajo, espacio ecológico, cielo diáfano, sexo: hombre”. Titivillus arrojó sobre la alfombra un costal de gazapatones, entre los que sobresalía “recordarse” por “acordarse”: “Me recuerdo que…” en vez de “me acuerdo de que… o recuerdo que…”. El verbo “recordar” no es pronominal, en tanto que “acordarse” sí.
Mis amigos, la multitud que había invadido mi casa y yo decidimos darle la corona (sin quitársela después) a “aperturar”, el peor de los gazapos. En su orden fueron finalistas: “Renovar, lo que es, recordarse” y mis presentadas.
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