Para los 350 pacientes que se hallan internos en el Hospital Regional de Occidente (HRO), las fiestas de fin de año representan momentos de nostalgia y recuerdos. “Aunque es triste estar en este lugar y no poder compartir con los seres queridos, trato de pasármela bien con otros pacientes, enfermeras y médicos, quienes organizan posadas y nos dan comida y juguetes”, relató un paciente de Pediatría.
Héctor Guzmán, 13, es uno de los 87 niños que pasarán la Nochebuena sin sus padres en las casas hogar de Aldeas Infantiles SOS, en Retalhuleu.
“Mi anhelo es que mis padres me busquen y pasen las fiestas a mi lado y con las personas que me han cuidado”, expresó el menor, quien desde el 2003 fue llevado al albergue luego de que delegados de la Procuraduría General de la Nación lo rescataron cuando dormía en la calle con sus padres, alcohólicos.
“Nos esforzamos porque los niños pasen bien las fiestas y olviden por un momento la razón por la que se encuentran en este lugar”, indicó Lily Valladares, directora del orfanatorio.
Viven en asilos
Baltazar Chanchavac, 80, originario del cantón Xatinap Primero, Santa Cruz del Quiché, y quien tiene 11 años de vivir en el asilo Sor Herminia, zona 4 de Quiché, dijo que la armonía y el amor de la familia son lo más importante en esta fecha.
“Estoy agradecido con las encargadas de este lugar porque nos atienden bien y brindan el amor que nuestros parientes no nos dan”, añadió Baltazar.
Francisco Ruiz, 67, uno de los 15 abuelos que se encuentran en el hogar La Misericordia, en la ciudad de Quetzaltenango, afirmó: “Se trata de atesorar el verdadero significado de Navidad y conservar la sonrisa”. Resaltó que su deseo es tener salud y que en el país haya paz y justicia social.
Nostalgia
Marcy Lux, administradora del asilo San Vicente de Paúl en Mazatenango, Suchitepéquez, aseguró que los ancianos que permanecen en ese refugio anhelan recuperar su salud. “Las fiestas de fin de año las vivimos con mucha nostalgia”, añadió.
Rubén Miranda, 63, originario del caserío Oratorio, San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, contó que desde hace cinco años sus parientes lo abandonaron y que desde entonces vive en las calles. “Desde que mis hijos me dejaron solo no le encuentro sentido a las fiestas de fin de año, por lo que paso mis días normalmente. Siempre buscando la manera de subsistir”, puntualizó.
Con información de A. Marroquín, O. Cardona, M. Popá, R. Miranda, W. Obando, M. Longo y O. Figueroa.