“Sienta tan bien el agua caliente”, exclama Grams, quien visita semanalmente esta ducha sobre ruedas. La iniciativa piloto forma parte del proyecto Lava Mae, derivado del español “lávame”, y fue ideada por Doniece Sandoval.
“La experta encontró su nueva vocación tras un fortuito encuentro que cambió su mirada sobre las personas sin hogar. “Un día me topé en la calle con una mujer que lloraba porque nunca se sentía limpia”, recuerda. Pero en lugar de darse la vuelta, como la mayoría de gente, decidió actuar.
Según Sandoval, los prejuicios y la ignorancia ante la realidad de cómo es la vida de estas personas están profundamente arraigados en la sociedad. “Hay tanta cobertura mediática sobre los sin hogar y lo que irrita a la gente ver las calles sucias con excrementos de personas”, apunta. “Pero no tienen ni idea de lo difícil que es encontrar un baño o una ducha cuando vives en la calle”.
En este sentido, el resultado de darse una simple ducha puede ser impensable. “Hay gente que empieza a llorar porque verse nuevamente limpio es una sensación muy poderosa”, explica.
De acuerdo con la Oficina Federal de Estadísticas, Nueva York y California lideran la lista de estados con más personas sin hogar. Pero pese a que hay miles de personas pasando apuros en San Francisco, la ciudad solo tiene un puñado de refugios que ofrecen duchas.
El contraste entre ricos y pobres es cada vez mayor en esta urbe de la Costa Oeste y su vecino Silicon Valley. El boom del sector tecnológico y sus elevados salarios está haciendo que suban también los alquileres, de manera que muchos ya no pueden costeárselos.
Sirviéndose de sus habilidades en relaciones públicas, Sandoval, de 53 años, buscó financiación entre las autoridades y compañías como Google o Salesforce. Sumando donaciones llegadas a través de la red, el proyecto vio la luz en el 2014, cuando un par de autobuses municipales que habían sido retirados fueron reconvertidos en duchas, cada una con su WC y su lavabo.
La ciudad provee de agua limpia a los autobuses mediante las bocas de riego, mientras que el agua sucia es canalizada hasta los desagües. Dotadas con sus propios conductores, estas duchas móviles operan cinco días a la semana en distintos barrios, gestionadas por voluntarios que proporcionan toallas, champú y calcetines gratis.
Debido a la demanda, el uso de estas duchas se regula a través de listas de espera, y no es inusual ver a más de 30 hombres y mujeres esperando en fila a que llegue su turno. Algunos puede que lleven meses sin ducharse, y hay padres que llevan también a sus hijos.
Otros aprovechan para prepararse antes de una entrevista de trabajo. “Llevo sin casa 11 meses, viviendo en las calles, pero no lo parece”, afirma Steve Ogren, de 54 años. Recién duchado, lleva el cabello perfectamente peinado cuando baja del autobús. Está buscando empleo y ha utilizado el servicio de duchas sobre ruedas 10 veces en las últimas semanas, con el objetivo de causar buena impresión en entrevistas de trabajo.
Antes de que apareciera Lava Mae, Ogren se las ingeniaba para poder ducharse. “A veces, en casa de algún amigo, otras, no podía ducharme durante semanas”, cuenta. Sandoval lo tiene claro: “Queremos que se reenganchen y necesitan oportunidades, pero no se puede solicitar empleo si no estás limpio”. Aunque hay historias de todo tipo: “Ofrecimos una ducha a una mujer de 94 años a la que desahuciaron hace poco”.
Lisa Olswing lleva un año trabajando como voluntaria. Conoce a muchos de los sin techo por su nombre, y algunos la abrazan cuando la ven. ”Yo era como muchos de los que pasaban de largo, se tapaban la nariz e ignoraban a los sin hogar. Pero ahora veo todo el sufrimiento”, dice esta empresaria.
Olswing se pone a trabajar gestionando la lista de espera, preparando las toallas y limpiando las instalaciones tras cada uso. “He tenido algunos momentos ‘sucios’, pero acepto de buena gana el trabajo duro”, añade con una mueca.
Sandoval se ha marcado ambiciosos objetivos para su proyecto. Para el 2020, se propone que los autobuses-ducha den servicio a unas 30 mil personas sin hogar en toda California, con la idea de llamar la atención en el resto del mundo. “Hemos recibido llamadas de todas partes, desde Mongolia a África, Corea del Sur o Nueva York”, afirma.
“Lava Mae” cuenta además con el apoyo de Centro Internacional para la Franquicia Social (ICSF), con sede en Londres y que promueve iniciativas sociales a nivel internacional. Según afirma Cho Kim, portavoz del centro en San Francisco, la situación de las personas sin hogar “es un enorme problema a nivel mundial, y uno creciente”.
Mientras, a April Grams no le importa seguir esperando su turno, y pasa el tiempo bromeando con los voluntarios o escuchando música. “La gente que tiene casa no lo entiende. Cuando careces de hogar, sigues queriendo ducharte una vez a la semana y durante diez minutos”, afirma.
Es que aunque su iniciativa gira fundamentalmente en torno a la higiene, Lava Mae también tiene un efecto impagable entre sus usuarios, afirma Sadoval: “Es un lugar donde obtener privacidad, donde pueden recuperar su dignidad”.