Q‘A NO’JB’AL
Actos condenables
Ante los acontecimientos violentos en Francia, habrá muchas preguntas sin responder y mientras tanto por los intereses geoestratégicos de los Estados, siempre los culpables serán los débiles, los desprotegidos, los vulnerables, los pobres, todos aquellos que son desechados por el sistema.
“Decir no al terrorismo yihadista exige también decir no a las atrocidades militares y económicas de Occidente”, y a todas las formas de colonización y despojo. Nosotros mismos somos producto de ese despojo; nuestros males tienen su raíz en las ambiciones de unos cuantos países (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, España, Australia, Rusia). Son los mismos que desde hace muchos años declararon la guerra justa contra los pueblos que han querido conquistar, y no porque quisieran instaurar la libertad y la democracia, sino porque sus intereses es el robo de los recursos naturales (petróleo y materias primas para la industria y la tecnología), de la tierra y el territorio.
Hoy se vuelve a cumplir el viejo refrán popular: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. La práctica tradicional de estos países es inventarse un enemigo que induzca miedo y pánico a todo el mundo y utilizarlo para su propio beneficio y ponerlo a la orden del mercado y de las multinacionales. ¿Acaso es casual que el acto salvaje suscitado en Francia se da a pocos días de comenzar la cumbre sobre el clima, denominada COP21?, ¿por qué se da unas semanas después de que Rusia iniciara sus acciones contra el Estado Islámico y con ello poner en duda las limitaciones militares de Estados Unidos y sus aliados? También está en juego la recomposición de la derecha extrema en Europa: Marie Le Pen (Francia), el fortalecimiento de un grupo neonazi en Suecia, partido de extrema derecha en Polonia; Donald Trump, en Estados Unidos. La construcción de muros en todas las fronteras, para no permitir la llegada de refugiados que vienen huyendo no solo de las acciones terroristas de ISIS o EI, sino también de los bombardeos indiscriminados de los llamados países desarrollados.
Son grandes cantidades de muertos, heridos, refugiados, desplazados. Niños, niñas, hombres, mujeres, ancianos y ancianas, son las víctimas inocentes de políticas salvajes de estos países. Siria, Iraq, Afganistán, Pakistán, Libia, Egipto, Grecia, Estados Unidos, España, Londres, y ahora nuevamente Francia. Todos estos hechos son condenables porque son atentados contra la humanidad. Pero, a pesar de eso, no vale que quienes los provocan se limpien las manos diseminando su gran veneno contra el Islam, porque nada tiene que ver con estas muertes.
El Talibán, Al Qaeda y ahora el Estado Islámico, así como las movilizaciones que se desarrollaron en la denominada primavera árabe, lo crearon los mismos Estados que siempre se han presentado como los garantes de los derechos humanos, la libertad, la dignidad y la democracia, y que en realidad destilan muerte y destrucción.