PARALELO 30
Impuesto-fobia
En las monarquías los tributos se instituían discrecionalmente por el Rey, para incrementar la riqueza de la corona. En el feudalismo eran pagos obligatorios hechos al Señor Feudal. Eso cambió con la Democracia y en economías de mercado. La función de los impuestos hoy es, en esencia, dotar al Estado de recursos que le permitan cumplir con distintos objetivos. Estos varían de acuerdo a lo que la ciudadanía determine en cuanto a su entendimiento sobre la función del Estado en la sociedad. Podemos decir que el entendimiento de los impuestos está vinculado al rol del Estado dentro de un modelo económico. De ahí que la discusión tiende a manipularse ideológicamente tanto por la “izquierda como por la derecha”, así como de grupos de poder en función de sus intereses políticos.
Técnicamente los impuestos, en economías basadas en los mercados, y en sistemas democráticos tienen las siguientes funciones: 1. Sirven para buscar eficiencia económica al desincentivar el consumo de algunos productos que dañan el bienestar social a través de externalidades negativas (afectan a la salud pública o a los ecosistemas, por ejemplo). 2. Para sufragar costos que surgen por vivir en sociedad, incluyendo la protección a la soberanía y seguridad nacional, así como a la protección de los ecosistemas, la propiedad pública y privada. 3. Para atender (subsidiando a privados o proveyendo directamente) lo que individualmente el mercado no puede atender por ser poco lucrativo o no tiene incentivos para atender, buscando fomentar la productividad y la calidad de vida de la ciudadanía. (Proveyendo bienes públicos, como la formación de capital humano, la salud preventiva, la educación y salud en comunidades pobres, etcétera). 4. Para promover equidad en la sociedad: transferir bienes y servicios que le permitan a quienes nacen en desventajas competir, con equidad, con quienes heredan privilegios (carácter redistributivo de los impuestos). 5. Como instrumentos de política fiscal Keynesiana, los impuestos son una herramienta técnica para mantener objetivos macroeconómicos frente a fluctuaciones económicas.
Los impuestos deben servir para alcanzar mejores niveles de vida, de desarrollo sostenible y de libertad como ciudadanos de una nación a través de la inversión social, en infraestructura productiva, protección ambiental y provisión de seguridad y justicia para la población, por lo que no hay que temerle al pago de impuestos cuando estos se reflejan en el bienestar de una sociedad, aunque no se devuelvan directa o inmediatamente a quien los paga.
Los impuestos, eso sí, no son para darle de comer a burócratas ineficientes o para que funcionarios públicos vivan en opulencia. No son para castigar a empresarios ni para ser usados al antojo del gobernante de turno para objetivos partidistas. Debemos comprender que el Estado no es una monarquía, y los impuestos, cuando son fiscalizados, utilizados con objetivos claros y medibles para el bienestar común, son parte del costo de vivir en una mejor sociedad en la que cada miembro contribuye de acuerdo a su capacidad y cada miembro recibe de acuerdo a su necesidad.