Schmidt era un europeísta convencido que encarnó la “Realpolitik” durante la Guerra Fría e impulsó el liberalismo económico dentro de la socialdemocracia alemana.
En agosto fue hospitalizado por deshidratación y operado en septiembre por un coágulo en la pierna.
Gran fumador, había sido hospitalizado varias veces y llevaba un marcapasos desde 1981. En 2012, a los 93 años, sufrió un infarto y tuvo que someterse a una intervención para colocarle un “bypass”. Antes ya fue hospitalizado por problemas de oído y por una colitis aguda.
Ícono de firmeza
El veterano político socialdemócrata falleció acompañado de su estrecha colaboradora Ruth Loah, con quien compartió la última fase de su vida desde que en 2010 enviudó de Hannelore “Loki” Schmidt.
Si a su predecesor y correligionario Willy Brandt (1913-1992) se le recuerda como el visionario que abrió Alemania a la “Ostpolitik”, y a su sucesor Helmut Kohl (1930) como el canciller de la reunificación alemana, Schmidt será recordado por sus compatriotas como la mano firme que dirigió el país en los tormentosos años 70.
Nacido en Hamburgo, el 23 de diciembre de 1918 e hijo de un catedrático de Enseñanza Media, sirvió en la Segunda Guerra Mundial en la Wehrmacht, pese a que -según reveló tardíamente en 1988- tenía antecedentes judíos por parte paterna.
Se afilió al Partido Socialdemócrata (SPD) en 1946, uno año después de la capitulación del Tercer Reich, y en 1953 se convirtió en diputado del Bundestag (Parlamento Federal).
De 1962 a 1965 fue responsable de Interior de la ciudad-estado de Hamburgo, posición desde la que gestionó con éxito la primera gran crisis de su trayectoria: las devastadoras inundaciones de 1962.
Entre 1967 y 1969 lideró el grupo socialdemócrata en el Bundestag y de ahí pasó a ser ministro de Defensa, primero, y de Hacienda, después, en el gobierno socialdemócrata-liberal de Willy Brandt.
En 1974 se convirtió en canciller tras la dimisión de Brandt después de descubrirse que uno de los consejeros de Cancillería, Guenter Guillaume, era un espía de la Alemania comunista.
Schmidt tenía ante sí el reto de suceder al Premio Nobel de la Paz de 1971, que buscó el acercamiento con el Este en plena Guerra Fría.
Su gestión en la Cancillería quedó marcada por el llamado “Otoño alemán”, en 1977, uno de las etapas más mortíferas de la extinta banda terrorista Fracción del Ejército Rojo (RAF).
La organización tenía secuestrado al jefe de la patronal, Hans Martin Schleyer, para forzar la liberación de dos de sus presos históricos, Andreas Baader y Gudrun Ennslin.
Poco después, un comando palestino secuestró un avión de Lufthansa y lo desvió a Mogadiscio. Exigían la libertad de los presos de la RAF, además de algunos correligionarios, en una crisis que derivó en una guerra de nervios en la capital somalí.
Schmidt no cedió: un cuerpo de la policía de elite alemana tomó al asalto el avión en Mogadiscio y liberó a los todos los rehenes tras dar muerte a la mayoría de los terroristas.
Horas más tarde, el secuestrado Schleyer fue asesinado de un disparo y luego fueron hallados muertos en sus celdas los presos de la RAF tras un suicidio concertado, según determinó la investigación.
El canciller entró así en la historia como el socialdemócrata que no cedió al chantaje, impuso la responsabilidad de Estado por encima de los sentimientos personales y presidió con rostro pétreo el entierro de Schleyer, junto a la viuda de la víctima de la RAF.
En 1980, tras la crisis de 1977, ganó en las urnas con Franz Josef Strauss como rival, pero dos años después fue apeado del poder por un voto de censura del “otro” Helmut, el conservador Kohl.
Schmidt asistió a la “traición” de sus socios de gobierno, los liberales de Hans-Dietrich Genscher y tuvo la sangre fría de levantarse en plena sesión parlamentaria para saludar con un apretón de manos al ganador, Kohl.
Lejos de pasar a la retaguardia, Schmidt se consolidó en los años siguientes como referente de la política alemana y europea, autor de una treintena de libros, algunos de ellos best-sellers.
En 1987 fundó la Asociación para la Unión Monetaria de Europa con el ex presidente de Francia Giscard d’Estaing, con quien formó, como canciller, un legendario tándem político del eje franco-alemán.
Se mantuvo hasta su muerte “cerebralmente en activo”, como solía decir, lo que incluía su labor como editor del semanario político “Die Zeit” o sus apariciones en congresos del SPD, con discursos que encendían la corazón de la socialdemocracia alemana.
Con Loki (1919-2010), la mujer con la que se casó en 1942, formó uno de esos matrimonios que a lo largo de los años transforman a sus integrantes en seres clónicos, inclusive en su condición de fumadores empedernidos.
Tras enviudar, Ruth Loah, que había trabajado a su lado desde los años cincuenta, se convirtió en su compañera sentimental.