EDITORIAL

Una captura emblemática

Finalmente, uno de los políticos más camaleónicos y cuestionados por sus oscuros manejos como alcalde de Chinautla fue capturado ayer, por solicitud del Ministerio Público, que lo acusa de lavado de dinero, peculado y falsedad ideológica. Esto constituye un nuevo revés en contra de la corrupción, un mal del cual Arnoldo Medrano era de los emblemáticos representantes, pues hasta ahora había logrado burlar en varias ocasiones a la justicia.

Una de las últimas imágenes que precisamente se filtró a los medios de comunicación fue cuando Medrano fue captado en un restaurante junto al juez Walter Villatoro, lo que este justificó con que se trataba de una reunión rutinaria, lo cual resulta difícil de creer, pues es sabido que con el jefe edilicio chinautleco cualquier cita tiene alcances estratégicos que muy poco tienen que ver con una genuina amistad y mucho menos si el encuentro es con una persona encargada de impartir justicia.

De hecho, Villatoro figura dentro de un grupo de jueces cuestionados por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, que ha librado una singular batalla en contra de la impunidad y sobre todo para dejar fuera de acción a los togados que ostentan un estilo de vida nada acorde con sus ingresos salariales. Esto también se hace extensivo a figuras controvertidas cuyos nexos se traducen en conflictos de interés que comprometen la recta aplicación de justicia o el favoritismo hacia personajes que pueden ser sujetos de investigación.

La figura de Medrano encarna la de muchos caciques de la política criolla; se le puede comparar con figuras como los diputados Baudilio Hichos, en Chiquimula; Jaime Martínez Lohayza, en Jutiapa; o Mario Rivera, en Quiché, quienes prácticamente detentan el poder en los territorios bajo su potestad. De hecho, el municipio de Chinautla ha recibido ingentes recursos del Estado, sin que el desarrollo haya llegado a todos sus vecinos por igual.

Es de suponer que cantidades tan millonarias de fondos debieron constituir una fuerte tentación para el jefe edil, quien para justificar su cambio de vida se convirtió en un exitoso empresario que tercerizaba contratos para disimular el saqueo.

Uno de los peores distintivos de este político es que desde mediados de la década de 1980 inició un largo recorrido que lo llevó a participar en todos los procesos electorales de la era democrática, con la única distinción de que cada vez lo hizo con una agrupación política distinta. Una habilidad que poco tenía que ver con el servicio a su vecindario, sino más bien era el avance por una ruta de perfeccionamiento de un andamiaje para prolongar su poder municipal.

Por eso es que la captura de Medrano resulta icónica para la lucha contra la corrupción, porque si bien no es el único funcionario que se ha servido de su cargo para procurar un sospechoso enriquecimiento, sí ha sido uno de los que mayor aura de impunidad ha tenido, merced a los arreglos con cada gobernante de turno. Ahora es el turno del Ministerio Público, que deberá aportar pruebas suficientes de convicción, y del Organismo Judicial, que deberá proceder con estricto apego a la Ley.

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