PANÓPTICA
Sandra vs. Jimmy
Previo a la segunda vuelta electoral y más allá de la parafernalia mercadológica de la clase política (enajenación de conciencias), hemos escudriñado muy poco sobre la coherencia ideológica y los programas de gobierno de Sandra Torres y de Jimmy Morales.
La UNE y Torres se identifican con la socialdemocracia —bemoles y sostenidos—, una doctrina que desde la teoría (Bernstein, Cunow, Renner, etcétera) reconoce que el Estado constituye un instrumento de dominación de clases. Sin embargo, cree que es una institución que puede resolver necesidades sociales. Además propone implementar un “Estado fuerte, eficaz y rico, que asuma las funciones sociales y económicas”. (García-Pelayo, 1989:16 y 83).
El FCN-Nación y Morales se consideran nacionalistas (la retórica contrainsurgente), una corriente que desde la discursividad (Fichte, Anderson, Gellner, entre otros) pone a una determinada nación como el único referente identitario dentro de una comunidad política (soberanía y nacionalidad). El nacionalismo “es el resultado de los fuertes lazos de solidaridad entre la comunidad, producto de su distinción étnica e histórica y de sus símbolos culturales”. (Hechter; 2000: 9-10).
Conforme a la oferta política, Torres remarca en el Plan de Rescate Nacional que su gran premisa es la reforma política, priorizando los ejes de transparencia y eficacia, desarrollo económico, desarrollo social, seguridad democrática y justicia, y componentes transversales (juventud, mujeres, indígenas, medioambiente, política exterior y conflictividad social).
Morales, por su parte, afinca su propuesta sobre cinco ejes de trabajo: economía, corrupción, Administración Pública, programas sociales y seguridad (no existe un documento serio y argumentativo), y ante la precariedad técnica de su agenda de políticas públicas han recurrido a reciclar los lineamientos maximalistas del K’atun 2032 (iniciativa patriotera privatista que debe presupuestarse racionalmente).
Ahora bien, como ciudadanía crítica debemos interpelar a ambos candidatos para que respondan a las siguientes interrogantes: ¿Cómo contribuirán a la reforma integral del Estado (no del Gobierno, ni mucho menos de la Administración Pública? ¿Cómo desmantelarán los Ciacs y el rentismo político mafioso? ¿Cuáles son las tres acciones claves que tomarán para construir la soberanía del Estado, en materia de política exterior (EE. UU., FEM, bloques geoeconómicos, crimen transnacional y organismos multilaterales de crédito? ¿Quiénes son los tecnócratas y el equipo de políticos probos que tendrán que lidiar con la crisis político-institucional y con la hostigante democracia de calle?
A manera de colofón, desde una perspectiva técnica, cualitativa y presupuestaria, el plan de gobierno de Torres tiene mayor rigurosidad y credibilidad, pues problematiza fenómenos públicos, establece metas y costos estimados, aunque la puesta en jaque se encuentra en ¿Cómo trascender de la protección social hacia políticas redistributivas de la riqueza y una mayor participación económica del Estado? ¿Estado fuerte sin reforma fiscal integral? ¿Acuerdos de Paz como agenda de Estado pendiente?
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