CATALEJO
Maldonado Aguirre, algunos comentarios
HAN PASADO 33 DÍAS desde la fecha de la elección del licenciado Alejandro Maldonado Aguirre como Presidente de la República, encargado de encabezar un gobierno de transición, cuya fecha final es el 14 de enero próximo. A nadie escapa el hecho de ser un tiempo demasiado corto —sólo faltan 94 días para llegar a esa fecha, a la cual se le deben reducir los fines de semana y los feriados navideños y del Año Nuevo—. Pero ello no significa carecer de la posibilidad de pasar a la historia nacional como un gobernante cuya independencia de los vaivenes político-partidistas le permite trabajar sin verse obligado a tomar en cuenta criterios impuestos por las circunstancias y por las coyunturas de la cambiante vida politiquera guatemalteca.
LA TAREA, TANTO DEL presidente como del vicepresidente Juan Alfonso Fuentes Soria, en un sentido es fácil: no repetir los errores o responder a las componendas de los dirigentes partidistas. Están inmunes a las presiones de los dirigentes políticos o de los diputados, por ejemplo, porque las elecciones demostraron con claridad el rechazo popular a la clase política analizada como una unidad con algunas cuantas excepciones. Por esa causa es un error innecesario ceder a solicitudes, ruegos o presiones de políticos con quienes tengan —él o los dos funcionarios— lazos de amistad personal o de origen partidista, aunque tengan muchos años. La historia podrá juzgarlo innecesariamente mal si olvida cargar con la responsabilidad de sus decisiones.
EL PRIMER ERROR INNECESARIO, inesperado y sin posibilidad de ser explicado utilizando criterios lógicos es el nombramiento del exdiputado Mariano Rayo como ministro de Salud. No en balde ha habido muestras de molestia dentro del mismo equipo de gobierno, cuyos miembros nuevos en la mayoría de casos aceptaron los cargos de breve tiempo desempeñados por ellos. Ciertamente, la amistad política y personal entre el presidente y Álvaro Arzú viene desde los viejos tiempos de su militancia emelenista. Ambos buscaron nuevos caminos políticos y eventualmente llegaron a la Presidencia de la República, en un caso por apenas 30 mil votos de diferencia y por el otro a causa de la renuncia obligada del mandatario de turno.
RAYO REPRESENTA, AUNQUE en lo personal no necesariamente lo comparta, lo opaco y oscuro de la forma arzuísta de hacer política. Desprecia a la Prensa, a la cual utiliza cuando desea plagiar con todo desparpajo un editorial de un prestigioso diario argentino. Por aparte, si bien no es imprescindible ser médico para ejercer el Ministerio de Salud, sí se necesita una mezcla de conocimientos de medicina y de administración. Se corre el peligro de crear fideicomisos, similares a los de la municipalidad capitalina y de otras ciudades, con el fin de impedir las investigaciones legales del uso de los fondos. Pero, sobre todo, significa una fuente de críticas innecesarias, pues lo conveniente para Arzú no conviene al mandatario ni tampoco a la ciudadanía.
EN LA REUNIÓN DE ENADE, el presidente tuvo el acierto de invitar a un apretón de manos entre los contendientes, pero no reconoció al aspirante Jafet Cabrera. La parte final de su discurso, cuando sacó a luz su amplio conocimiento histórico nacional y lo aplicó a la realidad de este momento, fue muy bueno, y despertó el interés perdido porque se tardó mucho tiempo en señalar semejanzas entre los movimientos cívicos de 1920 y 1944. El tiempo apremia, literalmente. Las oportunidades de sembrar las semillas de nuevas formas de manejar la cosa pública, no solo existen, sino encajan con su experiencia de vida tanto personal como política. Debe pasar a la historia como un sembrador de los cambios necesarios y exigidos por la ciudadanía.