SI ME PERMITE
Justicia no implica venganza
“¡Oh justicia de Dios, qué terrible debes ser cuando asestas tales golpes de venganza!”, Dante Alighieri.
Nada cuesta que un grupo de gente se reúna para pedir justicia, lo cual es muy correcto, pero se debería averiguar cuántos de ellos saben lo que es justicia y cómo se aplica. Sin lugar a dudas, cada ciudadano tiene su propia interpretación y percepción de lo que es justicia y cómo se debe llegar a ella y, por su puesto, poderse aplicar.
Lo más triste es que para muchos, cuando están hablando de justicia, el marco de referencia que tienen en su mente es una simple venganza, porque como alguien me hizo daño tengo el derecho de cobrármelo. Ese mismo razonamiento explica por qué muchas veces un grupo de gente hace justicia con sus propias manos y no espera que los jueces atiendan el caso.
Aún mucho más grave es cuando las noticias nos ilustran cómo alguien que por razones no definidas tiene un accidente y si en este caso alguien muere, el chofer del vehículo está sometido a linchamiento, sin mayores averiguaciones.
También cuando alguien está sentado en el banquillo de los acusados, de los que están clamando por justicia —uno puede ver que todo el marco del razonamiento— está en la venganza y no tanto que las leyes y las normas del país sean correctamente aplicadas, no importando si es absuelto o condenado.
Esto, a la verdad, nos hace más cómplices del mal que vivimos porque no podemos mantener el silencio hasta que el veredicto está dictado.
Esto muestra también la pobreza de nuestra manera de percibir el pasado, con los retos del futuro que tenemos que vivir, porque la continuidad de la vida no se puede detener y nuestros actos de ayer nos afectan hoy y durante el resto de nuestra vida.
Debemos superar sinsabores del pasado, y si tuviera peso suficiente, debería someterse a la ley, pero lo que se escucha en discursos o razonamientos es un resentimiento tan arraigado que proyecta resentimiento, por lo que el pasado nos recuerda que lo que se pide es venganza por lo que pasó, pero pocas veces se ventile porque la justicia sea aplicada.
Veamos una de las cosas más delicadas a las que debemos estar alertas para que no caigamos en una postura que no corresponde.
Cuando un dictamen es favorable según nuestra perspectiva salimos a celebrarlo como que fuera un logro, cuando deberíamos reflexionar que la justicia tarde o temprano llega, y por lo mismo aprender de ello.
Pero tristemente si el dictamen no favorece nuestra perspectiva, de una vez opinamos que no se hizo justicia en el caso.
Lo anterior nos muestra que nos falta mucho para tener una postura de madurez y entender que la aplicación de justicia no es asunto que se acomode a nuestro interés, sino que en cada caso en particular, que es único en su modo, nos enseña cómo la vida y el comportamiento humano siempre están expuestos a juicio, y para los que creemos que hay un Dios que tiene la última palabra sobre la vida y acciones del hombre, tendrá que comparecer a un juicio a cuyo veredicto no hay espacio de opinión y mucho menos la apelación a la que tanto estamos acostumbrados los humanos.
Es tiempo de que la mentalidad vengativa que posiblemente se nos inculcó sea repensada y tendremos que hacer cambios radicales en nuestra manera de pensar y proceder en nuestro diario vivir, para no permitir que otros se aprovechen de nosotros y que luego lo lamentemos sin poder cambiar.
samuel.berberian@gmail.com