Una joven y vigorosa empresa de transportes netamente chapina surgió ante las dificultades de comunicación que enfrentaban los vecinos de la colonia Justo Rufino Barrios (donde residía la mayoría de sus socios). Además, el servicio fue extendido a otras colonias, como Bethania y Primero de Julio.
Un grupo de vecinos decidió organizarse y adquirir inicialmente treinta unidades de diversas marcas para cubrir el recorrido de dicha colonia, pasando por la avenida de Petapa y la avenida Bolívar, hasta llegar al estacionamiento, situado en la 18 calle y 6a. avenida de la zona 1.
Fue Carlos del Cid (socio número 7) quien adquirió el primer microbús Toyota Hi Ace, y de ahí en adelante puede afirmarse que el buen ejemplo “tuvo muchos seguidores”. Coaster, de la citada marca, se convirtió en una empresa fuerte y de gran ayuda a los pobladores de dicha colonia, ya que en ese entonces tenían un rodaje de ciento veintiún microbuses.
Ampliación de rutas
Debido a los requerimientos y necesidades de otras colonias en las que el servicio de autobuses era inexistente o funcionaba en forma deficiente, decidieron ampliarse a otros recorridos desde las colonias Bethania, La Florida y Ciudad Real, además de la que cubrieron inicialmente desde la colonia Justo Rufino Barrios.
Un ramal del servicio llegaba hasta la Terminal y el otro, como ya se indicó, a la 18 calle y 6a. avenida de la zona 1, haciendo un recorrido aproximado de 13 kilómetros por viaje, que empezaba a funcionar desde las cuatro de la madrugada.
Al correr de los primeros meses de funcionar como empresa, fueron comprobando las ventajas y bondades que ofrecían los microbuses. En su momento contaban con 121 microbuses y 4 autobuses Coaster, todos de la misma marca.
Los dueños de dichos buses comentaron que fue un verdadero acierto, ya que durante el transcurso del tiempo que llevan de tenerlos en servicio les han prestado innúmeros y magníficos servicios, con poco mantenimiento y uno que otro cambio de repuestos.
En pocas palabras, la inversión fue buena para todos, ya que tanto ganaban ellos como los usuarios que preferían sus servicios, al disponer de rutas rápidas, en vehículos confortables y seguros, atendidos generalmente por sus mismos propietarios, ya que Microtax fue en su momento buen ejemplo de lo que puede ser una empresa formada tesoneramente con el trabajo personal y la ayuda económica de quienes saben invertir y cuidar sabiamente su dinero.
Años después
El 20 de mayo de 1979 dueños de microbuses manifestaron descontento por medida municipal que consistía en la creación de una oficina de control de transportes urbanos a cargo de Pedro Asturias. Una de las primeras medidas de dicha oficina sería pasar revisión a todos los buses.
Esta medida causó descontento entre los empresarios de microbuses urbanos, a raiz de lo que consideraron un engaño de la sección de servicios públicos de la municipalidad, a cargo de Asturias.
Descontento en los directivos
Marco Antonio Villatoro Méndez y Héctor Alonso, de la Asociación de Microbuses Urbanos. (AGM) al ser entrevistados por nuestros reporteros explicaron que habían sido engañados por el arquitecto Asturias, de quien afirmaron que deseaba jugar con los vecinos que trabajaban honestamente.
Señalaron que la sección a cargo del profesional mencionado dio a conocer que sería creada la oficina de control de transportes urbanos.
Dentro de estas medidas y como fase inicial, citó a los empresarios de microbuses para que se reunieran en el parqueo del estadio Mateo Flores, a fin de que el personal de la supuesta oficina revisara cuidadosamente el estado de los vehículos.
Cumpliendo con esa disposición —dijeron los declarantes— se concentraron en el citado parqueo más de 200 vehículos, pero por causas ignoradas la sección de servicios públicos ya no llevó a cabo esa tarea.
Algunos empleados allí reunidos para hacer la revisión dijeron que Asturias había dispuesto que sería otra fecha cuando se lleve a cabo dicha revisión.
Un engaño
Los dueños de los microbuses explicaron que se vieron engañados por el profesional, pese aque ellos habína cumplido con la disposición de reunirse en el lugar y que esperaron durante varias horas. Ignoraban la razón del incumplimiento de la oficina de servicios públicos, pero fue molesto para ellos dejar de atender a cientos de usuarios.
El caso de las rutas
Trascendió en la municipalidad que la oficina a la que se refirieron los microbuseros era otra sección que dentro de poco operaría anexa a la sección de servicios públicos.
Es decir que tal oficina se encargaría de controlar todo lo relacionado con la operación de autobuses y microbuses. Para la operación de esta oficina —se indicó— la Municipalidad invertiría un monto de Q80 mil mensuales.
Sin embargo, el Concejo no estuvo de acuerdo con esta oficina y la comisión de transportes planteó que quedara sin efecto.
Tampoco se estaba de acuerdo con el cambio de rutas urbanas dispuesto por la sección de servicios públicos. Varios concejales dijeron que todo cambio o modificación de rutas debía ser tratado en consulta.