“Suponiendo que se extiendan las condiciones muy duras, pero que tampoco haya nada fuera de lo común, fuera de lo esperado -que se siga derrumbando el precio del petróleo a menos de US$20 el barril, por ejemplo-, creceríamos este año 0.4 por ciento”, remarcó Correa.
Esa tasa es mayor al promedio esperado para toda Latinoamérica en torno al 0 por ciento, según dijo que le comentó recientemente la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la mexicana Alicia Bárcena.
Incluso se prevé que la economía de Suramérica decrezca, sobre todo empujada por un crecimiento negativo de Brasil (-2.5 %), sostuvo el mandatario ecuatoriano.
La caída drástica del precio del petróleo, producto que es uno de los más importante componentes de la economía ecuatoriana, y la revalorización del dólar, moneda adoptada por Ecuador hace quince años, han sido los factores para la desaceleración en el crecimiento económico del país, según el Gobierno.
No obstante, Correa resaltó que si se retira del análisis las cifras petroleras, el resto de la economía ha mostrado un mejor comportamiento.
El mandatario enfatizó que este año “ha sido durísimo” y que hay sectores que “han sufrido y están sufriendo” los efectos, aunque destacó que su gobierno se ha empeñado en que el peso de las dificultades no recaiga sobre los más pobres.
Diego Martínez, presidente del directorio del Banco Central, dijo por su parte en el mismo informe sabatino que las dificultades no solo golpean a Ecuador sino que suponen un fenómeno que en la coyuntura afecta a todo el mundo.
Puso como ejemplo de ello el escaso crecimiento (al mes de junio) que han registrado países como Noruega (1.2 %), Canadá (1 %) y Finlandia (0 %), por lo que destacó el desempeño de la economía ecuatoriana ante un entorno difícil.