Pero agregó: “A su vez, las grandes ciudades esconden el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda categoría”.
“En las grandes ciudades, bajo el ruido del tránsito, bajo 'el ritmo del cambio', quedan silenciados tantos rostros por no tener 'derecho' a ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad”, agregó Jorge Mario Bergoglio.
Entre esos mencionó a “los extranjeros, los hijos de estos (y no solo) que no logran la escolarización, los privados de seguro médico, los sintecho, los ancianos solos-, quedando al borde de nuestras calles, en nuestras veredas, en un anonimato ensordecedor”.
“Se convierten en parte de un paisaje urbano que lentamente se va naturalizando ante nuestros ojos y especialmente en nuestro corazón”, dijo Francisco.
La homilía formó parte de la liturgia de una misa con la que el papa terminó una intensa jornada que comenzó en la sede de Naciones Unidas, le siguió una oración interreligiosa en la “zona cero” y una visita a una escuela con niños y familias inmigrantes.
Aclamado
Previo a la celebración de la misa Francisco recibió un apoteósico saludo de miles de neoyorquinos a su paso por el también emblemático Central Park.
Minutos antes había visitado un colegio de inmigrantes en donde ofreció un mensaje de esperanza.
El encuentro fue con niños e inmigrantes latinoamericanos en una visita a la escuela católica “Our Lady Queens of Angel” de East Harlem.
El sumo pontífice argentino fue recibido por una multitud en la puerta de la escuela de este tradicional barrio desfavorecido de mayoría latina, y se tomó su tiempo para saludar y dejar que le tomen fotos.
Acompañado por el arzobispo de Nueva York Timothy Dolan, ingresó a un aula de la escuela donde lo esperaban responsables de varias escuelas y estudiantes, que comenzaron a cantar al verlo llegar.
Sonriente, Francisco se colocó la mano en la oreja para pedir a los niños que cantasen más fuerte, lo que provocó risas entre los presentes.