Esta investigación, además de relatar los pormenores de la rebelión de Totonicapán en 1820, cuenta que Felipa Soc, esposa de Atanasio Tzul, estuvo muy involucrada en el movimiento.
Este levantamiento se originó por el cobro del tributo exigido por la corona española.
Atanasio Tzul fue alcalde en 1816 y era originario de Paqui, que en la actualidad forma parte de los 48 cantones, una organización local con bases históricas que se remonta desde 1820.
La rebelión del caudillo tuvo como escenarios los pueblos de Totonicapán y Huehuetenango, “que juntos formaron la alcaldía mayor de Totonicapán, que en ese entonces era una de las provincias más importantes de Guatemala, la cual registraba una población de 58 mil 200 habitantes”, según La rebelión de Atanasio Tzul, legado histórico en Paqui.
Atanasio Tzul y Felipa Soc fueron nombrados reyes y les entregaron las coronas de los patronos del lugar: San José y Santa Cecilia, pero su gobierno solo duro unos 25 días —del 9 de julio al 3 de agosto—, debido a que Gabino Gaínza los reprimió.
Micaela y Francisca
El antropólogo Máximo Ba Tiul cuenta que Guarchaj acostumbraba vestir el traje de las comunidades que visitaba para evitar ser detenida. Hace unos 20 años su testamento fue encontrado en una escuela de Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá,
El nombre de Francisca Xcapta fue rescatado recientemente, explica la socióloga Ana Silvya Monzón. Esta mujer estando embarazada protagonizó una revuelta en Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá cuando detuvieron a varios pobladores, entre ellos a su esposo.
Xcapta protagonizó una revuelta contra el alcalde español. Su protagonismo fue descubierto por la historiadora Ana Karla Ericastilla, al encontrar los documentos del juicio que se le formuló, explica Monzón.
Las luchas de estas lideresas no tuvieron nada que ver con el movimiento de Independencia, pues estaban en contra de este, porque sabían que era promovido por los criollos. “En la actualidad el movimiento indígena trata de reivindicar sus nombres”, afirma el antropólogo.
Dolores
Participó, junto a sus hermanos y su esposo, en las tertulias patrióticas. Varios años después de esta gesta “Dolores plasmó en sus cartas algunas ideas que aún hoy son transgresoras”, cita el libro Nosotras, las de la Historia. Mujeres en Guatemala (siglos XIX y XXI)
Esta prócer escribió en 1839: “Yo me alegraría que (a las mujeres) no las excluyeran de las ciencias, que pudieran manejar sus intereses, sin necesidades de tutor, que pudieran ver sus negocios y que la ley no las reprima. Si las mujeres reclamaran sus derechos y su voto, se les consideraría, no se burlarían de ellas y podrían participar en la organización y acción social”, agrega dicho libro.
No llegó a ver el fruto de plasmar esas ideas, pero en 1921 las mujeres pudieron ejercer por primera vez el derecho al voto. Sin embargo esta facultad estaba restringida a las casadas o viudas mayores de 21 años que supieran leer y escribir, las solteras mayores de 25 que acreditaran la instrucción primaria y las que poseían el capital o renta indicados en la ley, indica Nosotras las de la Historia