El fiel pueblo celeste habrá de tener fe, primero, en su pastor, el seleccionar nacional, óscar Washington Tabárez, quien, previsor, pide paciencia y reitera que lo importante no son los resultados sino lo que el equipo sea capaz de plasmar sobre el césped.
Y, segundo, en la pléyade de jóvenes jugadores a los que el Maestro está dando entrada en el cuadro absoluto para reinventar a Uruguay ante la jubilación de algunas de sus últimas estrellas.
Las posibilidades que marcó el Maestro en su pizarra en estos dos ensayos fueron varias y resulta difícil pronosticar si encontró a sus hombres de confianza, principalmente en lo que se refiere a la ofensiva charrúa.
El juego de Uruguay fluyó entre los peores momentos vistos en la Copa América, como en una estática primera parte frente a Panamá, y los ágiles movimientos exhibidos antes del descanso contra Costa Rica, con un solo punta, Jonathan Rodríguez, escudado de cerca por dos volantes ofensivos, Carlos Sánchez y Diego Rolan.
El Cabecita Rodríguez fue posiblemente el hombre que más creció en estos dos partidos, cambiando con su velocidad el relato del partido ante Panamá en los segundos 45 minutos, mostrándose incisivo y propiciando el gol de la victoria.
Junto a Christian Stuani, autor de ese tanto, formó una sólida pareja de ataque que ayer quedó diluida por lo poco que ambos coincidieron sobre el césped.
No obstante, y a expensas del regreso de Abel Hernández, ausente estos días por lesión, a ambos habrá de encomendarse la hinchada charrúa hasta el regreso de los ídolos Suárez y Cavani.
Rolan, jugador del Girondins de Burdeos, también consolidó su lugar en el equipo, pudiendo jugar en punta o en banda y aportando la velocidad a la que se está encomendando Uruguay para suplir la falta de un 10 capaz de mover el equipo en la frontal del área y de filtrar asistencias a los delanteros.
Tanto la afición como el técnico parecen haber perdido la fe en que Nicolás Lodeiro pueda ser ese 10 que necesita Uruguay.
Ante Panamá, igual que en la Copa América, el de Boca Juniors comenzó de titular pero acabó desapareciendo del equipo.
Su sitio tal vez pueda ser ocupado por Nahitan Nández, el volante de 20 años al que Tabárez hizo debutar con la absoluta ante Costa Rica y que mostró soltura y confianza.
El de Peñarol conforma, junto a Brian Lozano y Michael Santos, el trío de jugadores que se emplean en el campeonato uruguayo llamados a ser futuras estrellas en el fútbol europeo. A todos ellos dio minutos Tabárez.
Ellos y otros como Giorgian De Arrascaeta, Mathías Corujo o Camilo Mayada “son los futbolistas con los que hay que rotar” y con los que va “a seguir trabajando para que puedan percibir el apoyo” que necesitan “para encarar los partidos que vienen”, afirmó ayer el técnico tras el partido.
Pero “hay que tener paciencia porque va a llevar tiempo” conformar un equipo, advirtió.
Juventud, descaro y velocidad, cualidades sobre las que Tabárez busca construir una Uruguay capaz de mantener el tipo hasta la llegada del mesías Suárez.