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Mario el Loco Rodríguez se confiesa, no le tiene miedo al retiro

Han pasado cuatro meses desde que pisó por última vez el césped de un campo de futbol. Salió triste, desconsolado. Después de 16 años de carrera futbolística, Mario Rafael el Loco Rodríguez no estaría en una fase final en torneos cortos.

Por el momento Mario Rodíguez se dedica al negocio familiar, en el que ha trabajado desde hace cuatro años. (Foto Prensa Libre: Edwin Fajardo)

Por el momento Mario Rodíguez se dedica al negocio familiar, en el que ha trabajado desde hace cuatro años. (Foto Prensa Libre: Edwin Fajardo)

Ese 3 de mayo, la Universidad perdía 1-2 frente a Comunicaciones, y ahí se terminaba, por el momento, una carrera llena de éxitos, derrotas, de momentos tristes y alegres. Fueron los últimos 90 minutos con los zapatos puestos.

Ahora, Mario ha cambiado su estilo de vida, lo que había planificado durante los últimos cuatro años, cuando platicó con su esposa, Sandra, de que debían pensar en una fuente de ingresos para el futuro. Hasta el momento todo va bien, y aunque reconoce que extraña todo en el futbol, también se siente realizado, ahora como empresario.

Con prisa, pero siempre con una sonrisa, el Loco tuvo tiempo para conversar sobre cómo se siente en este tiempo lejos del futbol, aunque reconoce que estos últimos meses del año serán determinantes para saber si se retira. A sus 33 años, todavía espera una oportunidad para cerrar de mejor forma su carrera.

La despedida de Municipal

En junio del 2014, Mario tomó una decisión que quizás muchos no esperaban, aceptó jugar con Antigua GFC en su regreso a la Liga Nacional, una determinación de la que asegura nunca se arrepentirá. “Decidí cambiar de aires. Era necesario”, dice Mario.

A los 5 años integró el equipo de niños del club Aurora FC; ahí estuvo hasta los 10 años.

Con 17 años, debutó en Liga Nacional con la Universidad de San Carlos.

Un año más tarde, firmó con Comunicaciones.

En el 2004 se integró a Municipal; fue el cambió más controversial en su carrera.

En el 2014 firmó con Antigua GFC, y en el torneo anterior estuvo con la Universidad.

Además, estuvo en el Columbus Crew (2005) y Miami FC (2006), de la MLS, y en China.

Ahora se dedica a los negocios familiares.

Disputó tres clasificaciones a un mundial: Japón y Corea 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010.

Ganó 12 títulos nacionales.

Comparte su vida con sus hijas Daniela —12 años— e Isabella —8—, así como su esposa, Sandra.

Llegó a un club con muchos retos y dispuesto a ser protagonista. Sin embargo, una lesión en la rodilla derecha, después de la sexta jornada, lo alejó del campo, hasta el final del torneo. Muchos le aconsejaban operarse, pero su médico particular, Enio Fabián, le dijo que esperara y así lo hizo, corrió el riesgo; fue más lento el proceso, no hubo operación. En ese torneo, su equipo llegó a la llave de acceso de semifinales, pero perdió frente a Municipal. Él no jugó ningún minuto.

Para el siguiente torneo, firmó con la Universidad, el mismo equipo en el que se dio a conocer y al que llevaba en el corazón. Reconoce que vivió momentos muy lindos, pues vinieron muchos recuerdos de su vida, pero también le tocó vivir malos manejos administrativos. Eso lo cansó, y aunque asegura que tuvo ofertas de Xelajú MC, Deportivo Petapa, Antigua GFC y Municipal, no tomó ninguna opción. En los rojos, solo una parte de la directiva quería su regreso, pero el presidente, Gerardo Villa, y el técnico, el tico Mauricio Wright, no; así que fue mejor dar la vuelta.

“En este momento mi cabeza está en otro lado; me gusta lo que hago. Si regreso, debería ser con un equipo que aspire a algo. En mi carrera, lo gané todo a nivel nacional. Estoy acostumbrado a pelear títulos, a ser parte de la Selección Nacional”, dice el exmediocampista rojo.

Mario confiesa que durante su carrera hizo grandes amigos, y eso lo ha ayudado a estar bien en los negocios familiares. “No le tengo miedo al retiro. Debe ser más difícil cuando no se tiene un plan B, pero yo ya estoy listo”, afirma.

Su rutina ha cambiado mucho, pero mantiene la costumbre de levantarse temprano, pues sus compromisos lo requieren; pero dice, extrañar la cancha, compartir en el camerino, arreglar la maleta, hasta despedirse después de un partido.

También ha descansado de momentos incómodos, como los que vivió desde la muerte de Danny Ortiz, ya que en los distintos estadios del país le gritaban asesino, por un choque fortuito con el guardameta, en un Clásico cuando jugaba con Comunicaciones. Pero reconoce que siempre ha estado en paz, porque está seguro de que fue un accidente.

“Siempre me tocó vivir situaciones complicadas, pero fue porque mucha gente fue contagiada en contra mía; pero como decía don Miloc —Carlos—, cuando ya no hablen de ti, preocupate, porque ya no estás vigente”, reconoce.

Con la Azul y Blanco

Cada vez que se disputa un partido de la Selección Nacional es imposible que a su mente no vengan los recuerdos cuando vistió esa camisola, el momento cúspide para cualquier jugador.

“Hay personas que todavía me preguntan por qué no estoy en la Selección. Cuando te pasa eso es bonito, porque significa que todavía te recuerdan, principalmente cuando jugamos la hexagonal final —Alemania 2006—. Algo bueno se habrá hecho. Ojalá que esta generación pueda lograrlo”, comenta Mario, quien considera que uno de los errores de esta selección es querer volver líderes a los que no han tenido líderes.

“Muchos necesitan que los lleven, ese escudo que serán siempre los experimentados. Hay que recordar que ganar títulos nacionales no es lo mismo que una eliminatoria; eso se gana con el tiempo”, explica el mediocampista, quien reconoce que los entrenadores que más le dejaron enseñanza en su carrera fueron Jorge Roldán —Aurora—, Carlos Miloc —Comunicaciones— y Ramón Maradiaga —Selección Nacional—.

Por el momento, seguirá con sus negocios. Si llega una buena oportunidad, regresará a jugar; de lo contario, continuará con la ilusión de contribuir de alguna forma al futbol nacional, para dignificar al futbolista.