ALEPH

Forma no es sustancia

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Muchos queremos hacer bien las cosas frente a la crisis política que vivimos, y por ello sobran motivos para la confusión en ciertos momentos, sobre todo antes de una votación.

Lo ideal habría sido ir a elecciones en otras condiciones, pero esto es lo que tenemos hoy desde las reglas del juego que nos rigen. Además, el sistema pone tantos candados a la intención de ejercer adecuadamente nuestros derechos políticos, que la zona de seguridad más común es ser elegante y dejarse llevar por la tendencia del momento, casi siempre marcada por los sectores tradicionales de poder. Si no, se está out.

Frente a elecciones tan viciadas desde el inicio y a litigios tan maliciosos como los que hemos visto las últimas semanas, las multitudinarias manifestaciones de los últimos seis meses en las plazas y calles de Guatemala han sido las expresiones ciudadanas más legítimas que este país haya vivido en mucho tiempo. Constituyen una especie de ejercicio de elecciones anticipadas.

Las grabaciones, fotos y carteles expresaron miles de opiniones ciudadanas sobre la crisis política y sus protagonistas. Allí se decidió, incluso, parte del presente que vivimos. En ese sentido, se afirmó la perspectiva sustantiva de la democracia, esa que pide una participación constante y responsable, no solo la aplicación del mecanismo del voto.

La democracia puede verse desde dos perspectivas: la procesal y la sustantiva. La primera le da valor a la consolidación de los procedimientos formales democráticos y a mecanismos como el voto.

La perspectiva sustantiva y otros abordajes modernos de la democracia, sin embargo, sostienen que el simple aunque importante hecho de elegir y ser electos no es suficiente para una real igualdad ante la ley y para la prevalencia de un Estado de Derecho que plantea el goce de los derechos humanos de forma integral, el bien común y la participación ciudadana en todos los ámbitos del Estado para el desarrollo de nuestro país.

De acuerdo con nuestra Constitución Política, nos rige un Estado Democrático de Derecho. En él, la democracia reclama tres principios: legitimidad, libertad e igualdad.

Legitimidad porque el poder lo otorga la ciudadanía a sus representantes e instituciones, no al revés. Libertad, sobre todo a los derechos humanos (y en este caso específico a los derechos políticos) tan necesarios para establecer el Estado democrático de Derecho. E igualdad de la sociedad política y la sociedad civil ante las oportunidades y la ley.

En Guatemala se habla mucho de libertad pero, paradójicamente, desde el dogma. Ejercer el voto o no ejercerlo es un derecho de nuestra ciudadanía política, y deberíamos poder decidirlo consciente y libremente. Sin embargo, estas elecciones, aún con todo y la renuncia del expresidente, están llamando a votar por castigo, por exclusión, por culpa o por cerrar filas. El pretexto es la democracia.

Lo estratégico del voto no termino de creerlo en esta elección en particular, porque son múltiples las irregularidades que ya nos cansamos de nombrar, en cuenta la de un Tribunal Supremo Electoral que no pudo suspender a un partido cuando debió y aceptó a otros en condiciones muy cuestionables. Lo que estuvo viciado desde sus inicios, tiene pocas probabilidades de componerse al final. Ojalá me equivoque. Lo deseo de corazón.

Vayamos o no a las urnas, esto apenas empieza y Guatemala es nuestro destino común. Votar es una fiesta cuando la democracia es nuestra casa y así lo he creído siempre. Que cada quien camine libre por la ruta que crea que nos llevará a todos a un mejor país. Después de mañana, los desafíos serán mayúsculos y la democracia nos pedirá aún más.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.