MENSAJES ÍNTIMOS
…¡Duele Guatemala!
Como ciudadanos responsables, ningún guatemalteco podría permanecer indiferente ante esta etapa de crisis social e institucional que en estos días atraviesa Guatemala, presa de tantos temores e incertidumbre.
Hay algo muy importante que tal vez muchos guatemaltecos han dejado de lado, entre tantas pasiones y desesperanza: anteponer su sabiduría. No solo el intelecto humano, sino también la sabiduría que viene desde lo alto, de Dios.
Cierto es que las circunstancias siempre han sido adversas; que este pueblo no se merece el infortunio al que se le ha sometido por décadas. Pero estas crisis, cuando estallan, siempre vienen para reparar errores, injusticias, abusos de autoridad, ambición y prepotencia.
Como en toda crisis, siempre hay dos aristas. Por supuesto que el lado negativo es nefasto, tantos años de abusos y de corrupción avorazada han dejado una estela de consecuencias en todos los ámbitos del país. Quizá lo que más nos duele como humanos son las carencias en la salud y en la educación pública. Carencias que pasarán años en poder solucionarse, y cuyas consecuencias las estaremos pagando caro en un futuro próximo.
Sin embargo, si vemos el lado positivo de esta crisis —y esta es una enseñanza que he aprendido de tanto estudiar el término “resiliencia”— es de resaltar la participación de la juventud, de esta nueva generación de chapines que no permaneció indiferente, ni se ha cruzado de brazos como creíamos erróneamente que era su actitud. ¡Despertaron! Despertó en lo más profundo de ellos el chapín que llevan dentro, pero de forma no sumisa ni reactiva, sino propositiva. Todo, producto del patriotismo, de la indignación y también de las redes sociales, que al ser utilizadas para fines positivos, como este, tienen consecuencias maravillosas. Mi admiración a esta nueva generación de chapines, inquietos, creativos y positivos.
Mi admiración también a las entidades que no solo dicen ser guatemaltecas y creer en Guatemala, sino lo demuestran con sus acciones al haber apoyado el paro del pasado 27 de agosto. Ellos son empresarios de la nueva generación que llevarán lejos a este país. Como ellos necesitamos más; hombres y mujeres visionarios que saben que la corrupción, tanto a nivel gubernamental como en la empresa privada, en algún momento estalla y pasa una factura demasiado alta para pagar. Quienes más sufren esta tremenda deuda es, como siempre, la población más vulnerable. Niños sin escuelas donde estudiar, sin libros y sin maestros. Hospitales sin infraestructura, médicos ni medicinas. Guatemaltecos sin trabajo padeciendo hambre.
Oremos por Guatemala, tanto en este “terremoto ciudadano” y siempre. Que Dios bendiga a este bello país, y a todos los guatemaltecos de bien, que amamos esta tierra. Estoy segura, por fe, de que Dios tiene planes maravillosos para Guatemala. Debemos entonces acudir con responsabilidad a las urnas este domingo.