SI ME PERMITE

Números antes de emociones

|

“La renta más segura es la economía; la economía es hija del orden y de la asiduidad”. Marco Tulio Cicerón

Hay quienes entienden mucho y otros poco o nada de lo que es la “deuda externa”, pero lo que no podemos ignorar es que es una realidad que nos afecta a todos los que somos parte de este país. Por ello debemos reflexionar, entender y tomar medidas en el marco de nuestra responsabilidad individual.

El principio de deuda, sea este “interno” o “externo”, es una verdad que tiene consecuencias y causas que deben enseñarnos a enfrentarlo para que se pueda salir de ello, pero también para evitarlo en el futuro.

Las deudas generan conflictos y sinsabores en la medida que hemos sido irresponsables en adquirirlas y enfrentarlas. Sea esto a nivel personal, familiar o de Estado, en la misma manera afecta a miembros que nada tuvieron que ver con la adquisición de esa deuda. En el caso de lo individual o familiar, se espera que cuando uno ya no está la deuda que se adquirió (sea para mejorar o por gusto personal) esté saldada y que no quede como herencia, que los otros paguen algo que en nada les haya servido.

Sería de igual manera en un perfil moral y de responsabilidad como lo es en el campo personal, también lo debe ser en un gobierno cuando termine su tiempo y entrega el poder al otro que viene a gobernar, esa deuda sea cancelada o bien tan justificada que no sea una carga de mal sabor, sino una oportunidad de seguir un mejoramiento no solo evidente, sino también correctamente justificada.

Claro está que cuando uno como individuo tramita un préstamo, está sometido a un sinfín de preguntas y papeleo para que puedan asegurar que hay una capacidad de pagar lo que se ha prestado y que no sea una inversión perdida. No faltan aquellos que aunque tengan el calificativo de amigos piden prestado con explicaciones altamente justificadas, pero lo que no hacen es devolver lo prestado. Esto es deshonesto en toda su magnitud, sea por una herramienta prestada como por un monto de dinero. Es igualmente de esperar si alguien ha prestado al Gobierno debe asegurarse de que ellos están en la capacidad de poder pagarlo.

Para tomar ejemplos y entender lo que debemos aprender con tiempo es mejor ver en las noticias cómo otros países están bajo el máximo acoso por la deuda que tienen y cómo han alcanzado a fechas de vencimiento y no están pagando. Están expuestos a múltiples manifestaciones negativas de todos los que por una razón u otra son partes afectadas, y lamentablemente tampoco se perfilan soluciones a corto plazo. Noticias como estas generan una infinidad de preguntas, pero más que eso, cuánto de ello nos puede servir a nosotros para aprender y no llegar a lo mismo. Razón tienen los que nos dicen: “Mejor aprende en la piel del prójimo, porque cuando está en tu piel duele mucho más”. Debemos despertar a la realidad de que menos duelen las limitaciones que debemos pasar que simplemente tener la comodidad y estar acosados por la deuda que nos está matando.

Todos venimos a esta vida y un día nos toca partir; hagámoslo de la manera responsable, donde no dejamos deudas por sueños que tuvimos un día y mucho menos porque no queriendo partir de esta vida embarcamos a nuestros seres queridos en deudas y de todos modos ya no estamos aquí. Que nuestras cuentas hablen de nosotros y no los cobradores que tocan nuestras puertas, sean las del Estado o de la casa.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.